“Una esperanza viva”
19 de enero de 2017
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.” RV 1960
Pedro escribe ésta en un momento en el que la iglesia estaba siendo perseguida y se hacía difícil entender las esperanzas del evangelio. El ambiente era tan hostil, que muchas veces los cristianos fueron utilizados como antorchas vivas para alumbrar los jardines de Nerón.
El Apóstol les recuerda que su esperanza no estaba en aquellas cosas que pudieran estar viviendo. Por el contrario, su esperanza era una viva, eterna, que nada podía dañar o contaminar y que recibirían en virtud de la resurrección de Cristo. Era cierto que en aquel momento enfrentaban aflicciones y dificultades, pero debían verlo como una prueba de su fe. En su momento, obtendrían el premio de la salvación en Cristo Jesús.
Mientras llegaba ese momento, debían vigilar su actitud y manera de pensar. Según Pedro, debían “ceñir sus lomos”. Con esta imagen, se hace alusión al hecho de que, en ese entonces, era muy común que una persona acortara su larga túnica, enrrollándosela en la cintura y asegurándola con su cinturón. De esta manera, facilitaba su movimiento.
Lo que el escritor quiere trasmitir, es la idea de que el creyente debe esperar el momento de la manifestación de Su Señor, preparado, dispuesto, listo, en alerta para la batalla. Llegaría pronto el día en el que verían el cumplimiento de las maravillosas promesas del evangelio y recibirían todas aquellas cosas que les habían sido prometidas.
Hay momentos en los cuales llegamos a desesperar. Como humanos, desmayamos, perdemos las fuerzas y nos cansamos de luchar. Hoy debemos afirmar en nuestros corazones, que por más difíciles que sean las circunstancias que nos rodean, en nada comparan con la gracia que recibiremos el día glorioso de nuestro galardón.
Por ello, sigamos adelante. En pie, alertas, dispuestos a esperar con fe ese día glorioso en el Nombre y con la ayuda de nuestro Señor.
Oración
Amado Dios, venimos ante Tu presencia reconociendo que muchas veces nos cansamos de luchar. Las luchas nos asedian y se nos hace difícil mantener la mirada fijada en Ti. Hoy Te rogamos que afirmes Tus promesas en nuestros corazones, que aumentes nuestra fe y podamos esperar firmes el día glorioso de nuestra redención. Amén.
Autor: Migdalis Acevedo