Tu tristeza… ¡pasará!
17 de julio de 2016
«La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre al mundo.» (Juan 16.21)
Los discípulos de Jesús sabían que Aquél que había compartido con ellos momentos de gran compañerismo, habría de marcharse. Esta partida traía a sus corazones enorme tristeza. Y el Señor, conociendo la intensidad del dolor que experimentaban, les ayuda con palabras de esperanza. Les recuerda que el dolor y la tristeza experimentada en esos momentos no será para siempre. Es un dolor que pasará, y finalmente, traerá consigo motivos de gran regocijo. La imagen de la mujer en proceso de parto y habiendo concluido el mismo, es excelente. Ellos tendrían que sufrir su despedida física, pero luego tendrían la investidura del Espíritu Santo. Éste habría de hablar las mismas palabras que Él, haría presente a Cristo para siempre, en todo momento y circunstancia. Y ese dolor por ausencia habría concluido.
De igual forma, en ocasiones vienen a nuestra vida situaciones que inundan nuestra alma de profunda tristeza. Creemos que ese dolor durará para siempre; pero, no es así. Puede prolongarse y quebrantar nuestro ánimo, puede robarnos horas de sueño, puede arrebatarnos la sonrisa, pero no durará para siempre; se irá. Y tiene que marcharse porque Aquél que venció el mundo y toda su estructura de dolor, está y estará con nosotros. Su rostro y presencia se hará cada vez más evidente en nuestras vidas, de modo que todo dolor se irá disipando. Ya solo estaremos contemplándole y deleitándonos en todas sus maravillosas obras en favor nuestro.
Ha ocurrido así en otras ocasiones. En ésta ocurrirá lo mismo. ¡La tristeza pasará!
Oración
Señor, que envías Tu Espíritu, el Paracleto, a consolarnos en momentos de aflicción, permite que nuestras fuerzas se revitalizen en Ti. Una y otra vez vienes a nuestras vidas como nuestro pronto auxilio. Queremos alegrarnos en Ti siempre. Nos apoyamos en Tu infinita sabiduría, aunque a veces no comprendemos nuestra congoja. Socorre a todo aquél que sufre en estos momentos. En Jesús. Amén.
Autor: Rvda. Patria Rivera