Tu mirada en nosotros
6 de julio de 2016
“¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: -Él es, otros: -A él se parece. -Él decía –Yo soy -. (Jn 9.8-9)
Nos dice este pasaje que, pasando Jesús por las calles de Jerusalén, un día sábado, vio un ciego mendigando y lo miró atentamente. Los discípulos no miraron al ciego, sino que lo juzgaron, preguntándose sobre el origen y la causa de su ceguera. Jesús, sin más acá y más allá, no terció con sus discípulos en la discusión sobre qué pecados graves habría cometido este ser humano o su familia, para merecer el castigo de quedar ciego.
Jesús actuó inmediatamente, rompiendo el protocolo legal en cuanto a sanar en sábado y en cuanto a la limpieza ritual. Jesús escupió en tierra varias veces y, con sus dedos descubiertos, hizo lodo, y untó la inmunda mezcla de saliva y tierra en los párpados del ciego. Hecho esto, le ordenó al sujeto que fuera a lavarse en el estanque de Siloé, que estaba allí, cerca del templo. El hombre, por fe, obedeció. Fue ciego al pozo y regresó viendo. Jesús le enseñó al ciego a mirar y a proclamar su nueva verdad: “Una cosa sé, que habiendo sido yo ciego ahora veo” (Jn 9.25).
Oración
Señor, gracias por Tú poner Tu mirada en nosotros como personas, para ver nuestras necesidades profundas y abrir nuestros ojos para ver Tu gracia y Tu misericordia glorificarse allí donde hay dudas y temores. Ayúdanos a dar testimonio de lo que Tú has hecho, trayéndonos de las tinieblas a Tu luz admirable. Por Jesús oramos, Amén.
Autor: Luis F. del Pilar