¿Te engañas a ti mismo?
13 de enero de 2017
«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos». (Santiago 1.22 RVR1960)
¿Te has engañado a ti mismo alguna vez? La epístola de Santiago se distingue porque abraza un sumo valor teológico pastoral en su contenido. El «siervo de Dios y del Señor Jesucristo» se acerca a las comunidades judías convertidas al cristianismo que se encuentran en la diáspora para acompañarles, exhortarles y animarles. El autor comparte e ilustra de forma concreta y práctica aquellos elementos fundamentales de la fe e insta a los creyentes a vivir una fe viva y vibrante en medio de un mundo que es opuesto y se opone a los valores del Reino de Dios.
El llamado a «ser hacedores de la palabra, y no tan solo oidores» es un imperativo a la práctica, con referencias profundas. Lo que a una simple reflexión surge como razonable, descubre el desfase en conducta que hay en los que solo oyen sin hacer o solo hacen sin oír. En una ocasión los fariseos
cuestionaron a Jesús: «¿Dónde está tu padre?». Y Jesús respondió: «Si me conocieran, conocerían a mi Padre. Pero como no me conocen, tampoco a él lo conocen». En otra oportunidad, Jesús les dijo a sus discípulos: «Mi comida es obedecer a Dios, y completar el trabajo que él me envió a hacer».
El misterio de Dios en Jesucristo plantea el modelo perfecto para nuestro oír y nuestro hacer, «Mi padre yo somos uno solo». Esa unidad indivisible nos exhorta a caminar de manera tal que al hacer, hagamos como el Señor, «porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús». Es necesario y vital el testimonio coherente que solo alcanza aquel «que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un
oidor olvidadizo, sino un hacedor eficaz». Este, a diferencia del que oye y no hace, o hace sin oír, alcanzará la promesa de Dios que hace bien a todos, «será bienaventurado en lo que hace».
¿Escuchamos? ¿A quién escuchamos? ¿Qué escuchamos? ¡Dios habla! ¿Le escuchamos? ¿Qué nos impide escucharle? Si le hemos escuchado, ¿qué hemos hecho? Lo que hacemos, ¿guarda correspondencia con lo que Él nos habla?
En medio de todo tiempo «sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos».
ORACIÓN: Señor, queremos ser uno contigo a través de nuestro hacer diario. Discernir Tu voz y hacer nuestra Tu Palabra en nuestras vidas y en favor de aquel que es nuestro prójimo. Hacemos un compromiso de vivir en integridad, libres del auto engaño. En el nombre de Aquel que es Camino, Verdad y Vida, Jesucristo el Señor. Amén.
Autor: David Cortés