19 de agosto de 2016

Hechos 19.1-22

«Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quién sois?» (Hechos 19.15).

Una de las herramientas más conocidas creadas por la psicología es la «Ventana de Johari».  Esta consiste en tratar de ilustrar los procesos de interacción humana.  Es una ventana o recuadro dividido en cuatro huecos.  El primero establece que hay una parte de nosotros mismos que conocemos con claridad y conocida por todos.  Por ejemplo: nuestro nombre, o nuestra profesión.  El segundo hueco de la ventana establece que hay cosas en nuestra vida que mantenemos ocultas.  Nadie conoce.  El tercero es el “yo ciego”, son cosas de nosotros mismos que nosotros no vemos, pero posiblemente otros ven.  Y el cuarto es un “yo desconocido”, misterioso.  Nadie conoce.  Ni aún uno mismo.

Podemos o no estar de acuerdo con esta herramienta, pero lo cierto es que sí hay mucho en nosotros que no conocemos.  Y debemos asegurarnos de que aun lo que no podamos precisar de nosotros mismos le pertenezca al Señor.  Nuestros sueños cuando dormimos, los pensamientos que llegan de manera fortuita, las intenciones más íntimas de nuestro ser; todo debe estar bajo la cobertura de Su gracia.

El Señor creador y formador suyo, sabe que la totalidad de su vida le pertenece.  Aunque usted mismo no se comprenda en ocasiones.  ¡Esa es parte de la complejidad humana!

El Apóstol Pablo sabía que su vida pertenecía a Cristo.  Por lo tanto, no temió orar por una persona con espíritu maligno.  Usted tampoco debe temer.  Si el enemigo susurra preguntando: ¿quién eres?  Afírmale: ¡Soy de Cristo, lavado con Su bendita sangre!.

Oración

Señor, Dios bueno, que me has dado autoridad espiritual, permite que hoy pueda usarla con total confianza.  Lléname de valor en Ti, sabiendo que en Ti soy más que vencedor.  En Cristo, amén.

Autor: Rvda. Patria Rivera