Paternidad y aliento
Rvdo. Miguel A. Morales Castro
Pastor General
Dios siempre ha sido Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esa es Su naturaleza. A eso le añadimos que Jesús mismo nos enseñó a nosotros a orar diciendo Padre Nuestro, vinculando al ser humano a esa relación paternal. La vinculación paternalista del ser humano con Dios entonces no guarda relación alguna con sexualidad y sí con espiritualidad. La verdadera paternidad más que biológica, es espiritual. Nos dirigimos a Dios como Padre porque brindó hálito de vida a nuestra existencia. De ahí que hablemos de paternidad y aliento. El verdadero Padre es el que brinda aliento, fe y esperanza. El verdadero padre es engendrador de sueños, aspiraciones y entusiasmos. La verdadera paternidad comunica perdones, restauración y reconciliación. Dios es Padre, porque nos ama con amor entrañable y siempre está dispuesto a darse a Sí mismo para dar vida y vida en abundancia. Los padres terrenales debemos seguir Su modelaje, pues fuimos creados a Su imagen y semejanza. Debemos encontrar también en la relación de Jesús con el Padre indicadores de la verdadera paternidad.
Parte del aliento que el Padre brinda al Hijo llega en forma de palabras, ejemplos y comunicación. «Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que Él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis» Juan 5.19-20. La acción amorosa del Padre empodera al Hijo. El Padre amoroso con transparencia le muestra al Hijo todas las cosas, y le modela. Las acciones del Padre son el contenido de la enseñanza, y la vida misma es el aula que forma el carácter del Hijo. La verdadera paternidad nos brinda aliento, fuerzas y esperanza.
Por este medio queremos afirmar a esos padres que en medio de huracanes, terremotos y pandemias han sido aliento, modelo y fuerza para los hijos. Para todos ustedes nuestro sincero reconocimiento en el Día de los Padres y pedimos a Dios que les bendiga y nos ayude a brindar aliento, fe y esperanza al corazón de nuestros hijos.
De igual manera, exhortamos a todos los hijos a honrar a nuestros queridos padres y, sobre todo, a honrar a nuestro Padre Celestial. En esos reconocimientos hay engendros de bendición y larga vida.
Bendiga el Señor nuestras familias; bendiga el Señor a toda La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico en nuestro empeño de honrar a nuestros padres; y bendiga el Señor la convivencia de todos los que vivimos sobre esta bella tierra borincana, con el hálito de vida que viene de lo alto y con el aliento que encierra Su inspirada Palabra. ¡Que así nos bendiga el Señor!