¡Pactemos!
4 de marzo de 2017
«Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra». Génesis 9.12-13 (RVR1960)
Como un concierto o tratado entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado, la Real Academia Española (RAE) define lo que es un pacto. En el principio, pactó Dios con Adán y Eva, en lo que algunos teólogos y eruditos bíblicos llaman el Pacto Edénico. Luego de la caída del ser humano, surgió lo que se conoce como el Pacto Adámico y desde entonces hasta Noé, las Escrituras no registran un nuevo pacto.
Pero más que hacer un inventario de pactos de origen bíblico, reclama nuestra atención el interés reiterado de Dios en pactar con el ser humano. ¡El creador hace un compromiso de eternidad con Su criatura! Aunque nosotros dejemos de creer en Él y nos posicionemos en nuestra relación desde el incumplimiento, la historia nos muestra que Él no deja de creer en nosotros (el ser humano), afirmando Su palabra a través de los tiempos y siendo un fiel cumplidor de Sus promesas. El apóstol Pablo arroja luz al respecto, cuando habla de la naturaleza de Dios en su carta a Timoteo: «Si fuéramos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo».
¿Has pensado en las ocasiones en que has faltado a tus promesas y Él permanece fiel? Después de la desobediencia de Adán y Eva, la muerte de Abel en manos de su hermano Caín, «la maldad de los hombres» y haber mirado Dios a la tierra… «que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra», Dios encuentra en Noé y su familia una oportunidad de bendición con compromiso de pacto. «Bendijo Dios a Noé y su familia, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. He aquí yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes». Y puso Dios en las nubes un arco como señal y dijo: «lo veré, y me acordaré del pacto».
En los comienzos de una nueva cuaresma hay oportunidad para reflexionar en Dios y Su naturaleza. Es tiempo de escuchar el mensaje de Su voz, que nos llama a fidelidad y amor, y hacer conciencia desde el interior, articulando pactos indisolubles en Cristo que afirmen el amor en las relaciones de familia, amistades y el desconocido. Compromiso de justicia con los que viven en los márgenes de la sociedad y pensamientos de paz ante la insistencia feroz de la violencia. «¡Oh maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar». Y si en algún momento llegamos a desfallecer en el ministerio de amor, justicia y paz, reaviva nuestro espíritu y llévanos a ver la señal del nuevo pacto, Tu sangre vertida sobre la cruz, procurando el cumplimiento de nuestra palabra y honrando el concierto de voluntades.
Oración
Tu fidelidad nos llama a obediencia. El alcance de Tu amor nos lleva a salvación. Hoy, no solo revisamos nuestro pacto contigo, sino que también lo hacemos con los que nos rodean. ¡Queremos cumplir en Tu nombre! En el nombre de Aquel que es Camino, Verdad y Vida; Jesucristo el Señor. Amén.
Autor: David Cortés