Ofrenda de Gratitud al Señor
5 de abril de 2015
Ofrenda de Gratitud al Señor
«De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.» (Mt 26.13)
Era la casa de Simón en Betania, uno de los tantos leprosos sanado por Jesús, y era su última visita a Jerusalén antes de sufrir el martirio de la cruz. Estaban sentados a la mesa, invitados por Simón. De pronto, entró al cenáculo una mujer, no invitada, quien, sin mediar palabras, derramó sobre la cabeza de Jesús «un vaso de alabastro de gran precio». El espacio del salón se llenó de aquel grato olor.
Varios de los presentes reaccionaron criticando a la mujer «por este desperdicio», habiendo tantos pobres en el país a quienes se podía ayudar. Notándolo, Jesús salió en defensa de la mujer, alegando que le estaba ungiendo por anticipado para Su sepultura. En otras palabras, era un acto profético que lo afirmaba en Su obra mesiánica y que él aceptaba con gozo. No había en este acto ni desperdicio ni ostentación. Así que esta mujer quedaba validada, porque afirmaba a Jesús en Su misión redentora.
Oración: Padre celestial, gracias por darnos a Tu hijo Jesús como Cordero Pascual, como Mesías y Redentor. Al evocar Su martirio, recordamos a todos los que reconocieron Su vocación, ancianos y niños, hombres y mujeres, a todos los que le ofrendaron Su gratitud como ofrenda de olor fragante. En su nombre oramos. Amén.