«¡No te dejes dominar por él!»

2 de marzo de 2017

Génesis 4-5

«Entonces Dios le preguntó a Caín: ¿Por qué estás tan triste y enojado?  Si haces lo correcto, siempre te aceptaré con agrado, pero si haces lo malo, el pecado está listo para atacarte como un león. ¡No te dejes dominar por él!». Génesis 4.6-7 (TLA)

«Caín le presentó a Dios una ofrenda de los productos que cultivaba» y «Abel escogió las primeras crías más gordas de sus ovejas, y se las llevó a Dios como ofrenda».  «Dios recibió con agrado la ofrenda de Abel, pero no recibió con el mismo gusto la ofrenda de Caín.  Esto le molestó mucho a Caín, y en su cara se le veía lo enojado que estaba».

El diálogo entre Dios y Caín, posterior al evento de la ofrenda, revela el querer de Dios para nuestras vidas.  Dios no solo ha visto con desagrado la ofrenda de Caín, también ha visto la actitud con la que ha asumido toda la situación.  Por eso, con amor y misericordia le cuestiona su actitud: «¿Por qué estás tan triste y enojado?».  Dios llama a Caín a una mirada profunda sobre su condición y le ofrece el camino de liberación que lo llevará a Su presencia, «si haces lo correcto, siempre te aceptaré con agrado».  Pero igual le advierte: «si haces lo malo, el pecado está listo para atacarte como un león».  Por lo que Dios le insiste: «¡No te dejes dominar por él!».

El desarrollo de la historia nos deja saber que Caín se desentendió del consejo divino.  La tristeza y el enojo hicieron altar en su vida y desechó la promesa de Dios a los que hacen lo correcto: «Te aceptaré con agrado».  En lugar de reconocer el mal que habitaba en él, dio rienda suelta al pecado que siempre «está listo para atacarte».  Y al final terminó dominado por él.

¿Cómo respondemos al consejo divino?  Haz un alto y reflexiona.  Insistir en el camino de maldad, solo traerá muerte e indiferencia a nuestras vidas.  Nos llevará a vivir errantes «como un vagabundo, que no tiene donde vivir».  «Por eso, si llevas al altar una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas de que alguien está enojado contigo, deja la ofrenda delante del altar, ve de inmediato a reconciliarte con esa persona, y después regresa a presentar tu ofrenda a Dios».  ¡Él quiere tu corazón y la armonía con nuestros hermanos!

Oración

Señor, Tú entregaste Tu vida como ofrenda de reconciliación.  Ayúdanos cada día a escudriñar nuestros pasos y a tener conciencia de ellos.  Queremos, en Tu nombre, resistir el mal y encontrar aceptación con agrado en Ti.  En el nombre de Aquel que es Camino, Verdad y Vida; Jesucristo el Señor.  Amén.

Autor: David Cortés