La riqueza de la diferencia
25 de abril 2016
La riqueza de la diferencia
«No se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está con nosotros está a nuestro favor.» Marcos 9.39-40 (DHH)
En el 2002, participé de 10 días de adiestramiento, en el área de la evangelización, junto con personas de distintos países del mundo, en el Instituto Haggai, en Hawaii. Fue una experiencia de diversidad cristiana increíble. Formas, estilos y vestimentas eran muy distintas a mi concepción puertorriqueña de ser evangélico. La lección caló más profundamente en mí, cuando el director del evento, me invitó a servir la comunión, el último día del encuentro. Fue un privilegio entregar los elementos, a cristianos tan diversos. Siempre recordaré esa lección de vida.
Los discípulos se sorprendieron cuando Jesús no les permitió detener, a alguien que obraba milagros en su nombre.
Los estilos y las formas pueden ser distintas; y, de hecho, son cambiantes. Si lo que se hace es cristo-céntrico y para la gloria del Señor, debemos dar gracias a Dios por la riqueza y variedad con las cuales podemos adorarle y servirle.
Advine a la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico graduado de la universidad y formado teológicamente. La riqueza de la diferencia entre nosotros, afirmada en el vínculo del amor, que provoca la unidad, me cautivó. Doy gracias al Señor por esta, “mi iglesia,” en la cual crezco y afirmo el señorío de Jesucristo, por sobre todas las cosas.
Me invito y te invito a seguir disfrutando la diferencia de estilos y formas, que le dan honra y honor, al que murió por nosotros y nos llamó a Su servicio.
Oración: Cuán hermosa es tu iglesia, Señor. Gracias porque me permites ser parte de esa empresa divina, orquestada por humanos tan diversos. Amén.