La Palabra de Dios inspira confianza- Pan de Vida #18
“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo”. Josué 5.13-15
Muy amados en el Señor, la historia del niño que mintiendo gritaba “lobo” muchas veces, al punto en que nadie confió en él, enseña que la mentira inspira desconfianza. Es como el circo que el mismo día en que llegó a las afuera de una ciudad se encendió en fuego. En la desesperación de combatir las llamas enviaron al payaso a pedir ayuda. Pero la gente en la ciudad pensaba que era un chiste, nadie le hizo caso y el circo se quemó. La crisis más profunda que puede sufrir un político es que nadie tome en serio lo que dice, porque no le crean. La mentira y los mentirosos engendran desconfianza.
Por el contrario, la verdad produce confianza. Si quien promete es fiel y quien escucha le asigna credibilidad habrá confianza, como es la confianza que tenemos en la Palabra de Dios. La verdad no solo inspira confianza, la verdad nos lleva la victoria personal.
Cuando Josué iniciaba su conquista de la tierra prometida se enfrentó a obstáculos imposibles de superar. Estando muy cerca de uno de ellos, Jericó, pudo ver a alguien con una espada en su mano. Le preguntó: “¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?”. La respuesta le envió postrado sobre su rostro en tierra, pues el varón respondió diciendo que era el Príncipe del ejército de Jehová. Era la Palabra de Dios hecha carne. Ese día Josué aprendió que no estaba solo en sus luchas. Aprendió que sus batallas son dirigidas por uno que es fiel y que cumple sus promesas. Recuerda, no estamos solos. No estás sola. El Dios fiel y veraz está a nuestro lado y Él pelea nuestras batallas.
Recuerdo una viejita que papi pastoreó hace muchos años atrás. Vivía sola en una loma. Le confesó a papi que tuvo mucho miedo hasta que una noche de clamor a Dios, el Señor le habló y le dijo que mirase por la ventana. Vio su casa rodeada de ángeles con espadas de fuego en sus manos. Desde entonces dejó de temer. Somos bienaventurados los que sin ver, creemos que el Ángel de Jehová acampa alrededor nuestro y nos defiende. Creo con todo mi corazón que nuestros hogares están rodeados de la presencia de un Dios que pelea nuestras batallas y que nos guía con seguridad. Así lo hizo con Josué. Le dio las instrucciones para su victoria.
“Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante”. Esas fueron las instrucciones impartidas por el Señor a Josué. Militarmente hablando, es un hazmerreir. Así no es que se conquistaban militarmente las ciudades. Pero esa fue la instrucción que Dios le dio. Josué escogió obedecer a Dios antes que a los hombres porque la Verdad inspira confianza.
“Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis”. Josué sabía que la disciplina era importante en la conquista de lo prometido. Posiblemente el pueblo escucharía por seis días consecutivos las difamaciones, burlas y críticas de los que estaban apostados en los muros de Jericó. El pueblo de Dios nunca responde a las voces del enemigo. El pueblo de Dios responde de manera valiente, disciplinada y victoriosa a la Palabra de Dios.
“Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad….Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron”. Seguir la Verdad inspira confianza. Seguir la verdad nos da la victoria. Dios no miente y su palabra es fiel.
¿Sobre qué descansa nuestra fe? Si descansamos en nuestras capacidades no tendremos descanso. Si respondemos a las estadísticas, nuestras emociones serán como una montaña rusa. Pero si nuestra fe está anclada en la bendita, poderosa y siempre fiel Palabra de Dios, seremos más que vencedores. Es posible que tengamos guerra, que se levanten gigantes sobre nosotros, que seamos lanzados inmisericordes al foso de los leones y al horno ardiente. Pero sobre todas estas cosas, seremos más que vencedores porque fiel es el que prometió.
Un día alguien fue donde Pedro a cobrarle el impuesto del templo a Pedro y a Jesús. Pedro fue confrontado con un problema religioso y financiero. Jesús no peleó con las autoridades del Templo ni envió a Pedro al banco. Para resolver el dilema, esta fue la instrucción que Jesús le dio a Pedro: “…vete al lago, echa el anzuelo y saca el primer pez que pique. En su boca encontrarás una moneda, que será suficiente para pagar mi impuesto y el tuyo; llévala y págalos”. Confiar en la guia de la Palabra de Dios inspira confianza, especialmente cuando constatamos una y otra vez que nuestro Dios no miente.
Inspírate en la Palabra de Dios, Ama como Cristo y Sirve en Espíritu y en Verdad. Así crecerás en la confianza que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Que así te bendiga el Señor.
Rvdo. Miguel A. Morales Castro
Pastor General ICDCPR