La gloria de Dios en un encierro domiciliario
Pan de Vida – 17 de marzo de 2020
Muy amados en el Señor,
Pocas cartas han tenido la difusión de la carta a los Filipenses y pocos textos son más recordados y citados que Filipenses 4.13, donde dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Lo que no todos conocen es que Pablo estaba bajo arresto domiciliario cuando escribió esas palabras. Estaba involuntariamente encerrado en su casa. Pablo no se consideraba prisionero de Roma. Se consideraba prisionero de Cristo. Las perspectivas son importantes en la vida. Hay quien solo se fija en las espinas, mientras otros se gozan en el perfume y en la belleza de una rosa. Pablo entendía que aquel tiempo en aquel domicilio tendría un propósito que le superaba a él mismo, pues toda su vida estaba en las manos del Señor. Sin duda alguna que lo que Dios le reveló en su domicilio ha alcanzado el mundo entero y siglos después sigue haciendo bien. Es glorioso conocer que el tiempo que Dios nos regala en estas dos semanas es también un tiempo de bendición y que nuestras casas son lugares de encuentro con el Altísimo. Nuestras casas y nuestros hogares son del Señor.
En el Antiguo Testamento, en 2 Reyes 4.4, el profeta Eliseo ordenó a una viuda a encerrarse en su casa con sus hijos que estaban en peligro. El peligro no era una pandemia como la del coronavirus. Era la enfermedad de la avaricia que por poco destruye su hogar. La solución no estaba en la calle, la solución estaba en el hogar. Parecía que el problema era financiero, pero la solución se encontró en familia. El tiempo en el hogar puede ser un tiempo de crecimiento y tiempo para ver la gloria de Dios. Nunca llegó al hogar un evangelista o un profeta. Dios llegó. Los vecinos pensaban que la madre y los hijos estaban solos en la casa, pero se equivocaron. Dios estaba presente con sus bendiciones. Y los jóvenes aprendieron una lección que jamás olvidarían: cuando una familia clama en el hogar, la gloria de Dios multiplica el aceite. Hay unción de Dios en la oración familiar. Lo demás encuentra solución cuando nos conectamos los unos con los otros y la familia se conecta con Dios.
Antes de Jesús ascender invitó a sus discípulos a esperar por la promesa. Unas 120 personas estuvieron esperando por 10 días en el aposento alto por una promesa. Recluidos en una casa por diez días. En ese tiempo ocurrieron cosas que no están detalladas en el escrito bíblico, pero que tuvieron un efecto positivo. Al llegar el décimo día, que era el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. ¿Qué debe ocurrir para que al final de la cuarentena nuestras familias estén unánimes juntas? Afectos entrañables, comunicación franca y el mover de Dios en los corazones. Aprovechemos este tiempo que Dios nos concede para ver su gloria en nuestro encierro, porque solo somos prisioneros de Cristo y somos libres para vivir en amor.
¡Que el Señor nos guíe para crecer en la Palabra, el Amor y en el Servicio!
Rvdo. Miguel A. Morales Castro
Pastor General ICDCPR
Nota: Mañana miércoles, 18 de marzo de 2020, estaremos en vivo en el programa de Lourdes Toledo, Vive la Mañana, en el 88.1 FM desde las 7:30 AM. Entiendo que el mismo también se transmite en Facebook Live.