Escudos de oro

24 de julio 2017

1 Reyes 14.1–15.22

 

«El rey Roboam hizo en su lugar escudos de bronce, y los dejó al cuidado de los oficiales de la guardia que vigilaba la entrada del palacio real».  1 Reyes 14.27 (DHH)

Cuando trabajaba por paga, un médico en mi lista de clientes me decía: Hay que cuidarse porque si se llega a los 50 años con salud deteriorada, de ahí en adelante es cuesta abajo… Él no era el mejor ejemplo.

Los descuidos acarrean problemas serios.  Aplica en todos los órdenes de la vida.  Incluye la salud física, pero también la espiritual.

Roboam empezó a reinar mal y terminó peor.  Al quinto año de su reinado, fue atacado por el rey Sisac de Egipto.  Hubo un saqueo tan grande que hasta los tesoros del templo se llevaron.  Para reponer los escudos de oro que su padre Salomón había hecho y que ahora eran botín de guerra de Egipto, construyó nuevos escudos, pero de bronce.  Esos los movían para ceremonias del rey y los vigilaba una guardia especial.

Dios nos ha dado talentos y dones (escudos de oro) para ser usados con responsabilidad y altura.  Los dones honran al Señor y edifican a sus hijos.  Hay que cuidarlos en las disciplinas de vida espiritual que nos mantienen cerca de la fuente de esos dones.  No se pueden dejar en un “flanco desprotegido,” vulnerable al ataque de nuestro enemigo.  Ese oro debe relucir como evidencia de metal puro y limpio.  Su brillo no debe ser como el del bronce, el plan B de Roboam.

Dios tiene un plan, el mejor, y tú y yo estamos en él.  Cuidemos ese “escudo de oro” para que ejecutemos Su plan como Él quiere.

Oración

Señor, que hermoso es participar de Tu plan.  Queremos hacerlo con cuidado y entereza, para Tu honra y la edificación de Tu Iglesia.  Amén.