Corramos como vencedores…
6 de octubre de 2016
Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado. 1ra. Corintios 9.25-27 NVI
Pronto celebraremos el Día de Acción de Gracias. Y se me ocurre preguntar… ¿cuántos de nosotros o de nuestros familiares han participado en la “carrera del pavo”? La meta de esta carrera es ganar un pavo y llevarlo a casa. Pero, me atrevo afirmar, que para esta carrera la mayoría de los que participan no se preparan. Solo corren a ver si llegan a la meta. A esto Pablo le llama dar golpes al aire. ¿Será que a veces nos sucede esto en nuestra vida cristiana?
Para ganar una carrera se necesita propósito y disciplina. Pablo utiliza esta ilustración para explicar que la vida cristiana demanda esfuerzo y preparación. Para alcanzar una meta se requiere adiestramiento. Sin una meta, la disciplina no es nada más que un autocastigo.
Como cristianos, nuestra meta es agradar a Dios. Este fin demanda ejercitarnos en la práctica esencial de las disciplinas espirituales. La oración, el estudio bíblico y la adoración nos equipan para correr con eficacia. Pero no debemos olvidar otras disciplinas que debemos practicar, tales como: alimentar al hambriento, amparar a los necesitados, vestir al desnudo, cuidar del enfermo y visitar al prisionero. Es a través de este régimen de ejercicios que la vida cristiana se fortalece y avanza hacia la meta.
Pablo tenía ante sus ojos un propósito concreto y sus acciones eran consistentes. Por esto, no basta con solo decir cómo vivir sino, respaldarlo con nuestra vida. Debemos conocer nuestra rutina de ejercicios y ejecutarla.
Puestos los ojos en Cristo corramos como vencedores. Entonces, recibiremos nuestra recompensa celestial, que es eterna.
Oración
Señor, Tú eres nuestra fortaleza. Es Tu presencia la que nos guía en nuestro progreso espiritual. Deseamos terminar nuestra carrera aprobados por Ti, por eso rogamos Tu sustento. En el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Gina Marrero