“Bien concertados, en amor”

16 de noviembre de 2016

Efesios 4:1-16

“Crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (Efesios 4:15b-16) RVR 1960.

“The Bodies” es una maravillosa exhibición que consiste de cuerpos humanos endurecidos por un proceso químico para que no se descompongan.  A estos cuerpos se les ha removido la piel para que el observador tenga la oportunidad de apreciar los tejidos, órganos y sistemas.  Es algo impresionante y fascinante a la vez, pues el cuerpo humano es una verdadera maravilla.

Nuestro cuerpo está bien concertado y para que funcione a la perfección hacen falta cada una de sus partes, por insignificantes que pudieran parecer, pues unas dependen de las otras.

Es así como visualiza Pablo a la iglesia de Jesucristo, como un cuerpo bien concertado en el cual cada parte es imprescindible e interdependiente.  Para él, ésta es un organismo vivo y dinámico, en el cual hay lugar para cada uno.  Quien se encarga de unificar cada componente de manera que funcione idealmente, es la cabeza, Cristo.  Él ha dado a cada uno dones y funciones.  Él conoce a perfección sus virtudes y capacidades, las cuales desea usar para Su gloria.

Pablo nos explica que al igual que en el cuerpo humano ningún órgano puede lograr nada por sí solo, en la iglesia de Cristo ningún miembro tampoco puede hacerlo.  Los órganos del cuerpo o los miembros de la Iglesia, por maravillosos y útiles que sean dentro del cuerpo, fuera de él se degenerarían y morirían.

Hoy más que nunca cada uno de nosotros necesita estar insertado en el cuerpo, en amor.  Es ahí donde podemos nutrirnos y dar gloria a Dios por todo lo que ha hecho en nuestras vidas.  Es en esa unidad y cercanía en la que podemos engrandecer el nombre del Señor y ser sal y luz para un mundo que se ha tornado insípido y que vive en tinieblas.
Oración: Señor, gracias por la vida y por todo lo que haces cada día en mí.  Si hay valor alguno en este ser, es solo porque Tú estás.  Insértame donde pueda ser útil, donde pueda servir para Tu gloria, donde pueda ser agente de unidad y amor para Tu gloria.  Amén.

Autor: Migdalis Acevedo