Aunque un ejército acampe contra mí

11 de julio de 2017

“Entonces David se levantó, y todo el pueblo que con él estaba, y pasaron el Jordán antes que amaneciese; ni siquiera faltó uno que no pasase el Jordán.” 2 Samuel 17:22 RV 1960

 

David, se encontraba en uno de los momentos más difíciles de su vida. Su hijo Absalón siempre había codiciado su trono y ahora se había autoproclamado rey.  En una movida estratégica, David huye de Jerusalem. Su salida fue triste, iba en endecha, apocado, debilitado, cabizbajo, en llanto, y, así mismo, el pueblo que salió con el.

Por otro lado, Absalón, quien había ganado los suficientes adeptos para enfrentar a su padre, tenía la fortaleza física y  militar para obtener el trono, pero precisaba consejo. Ahitofel, había sido el consejero de David por mucho tiempo. Era un hombre respetado, cuyo consejo era considerado “palabra de Dios” y ahora era el consejero de Absalón. Husai, fiel amigo de David, también se acercó a Absalón y le expresó apoyo y lealtad, pero su corazón estaba con David. Aunque Absalón consultó a Ahitofel, quiso también escuchar la opinión de Husai y optó por seguir su consejo por encima del de Ahitofel.

Al final de la historia nos damos cuenta de que Husai en realidad no fue enviado, ni servía los propósitos de David, sino los de Dios. Dios siempre tiene recursos para cumplir sus planes y propósitos, por encima de toda circunstancia adversa o, nuestra insuficiencia. Así que, aunque Absalón era fuerte y David débil, no ganó el más fuerte, sino el escogido de Dios.

No debemos olvidar que Dios es fiel. Aunque se levante un gran ejército en contra de nosotros, no debemos temer, pues él  abrirá puertas, romperá ataduras, derribará montañas y hará lo que tenga que hacer para cumplir sus propósitos y guardar nuestras vidas.

Él siempre está.

Oración

Señor, aunque un ejército acampe contra mí, estaré confiado, porque Tú siempre estás. Amén.