Atiende Sus asuntos y Él atenderá los tuyos

1 Crónicas 6.54 – 7.40

«Y los hijos de Israel dieron a los levitas ciudades con sus ejidos».  1 Crónicas 6.64 RV1960

En una ocasión Dios trajo a mi vida esta palabra: «Atiende mis asuntos y yo atenderé los tuyos».  En ese entonces no tenía idea de lo que significaría para mi vida aquel consejo de Dios.  Lo que sí entendí, fue que Dios me llamaba a hacer un pacto con Él que tendría implicaciones inimaginables y cambiaría mi vida.

Con el tiempo descubrí que aquel consejo no era exclusivo para mí.  Hay testimonios maravillosos de gente a la que Dios en algún momento hizo la misma invitación y, como yo, tomaron la decisión más importante de sus vidas: darle el primado a Dios y dedicarse de lleno a Su servicio.

Entregarse a Dios es una fórmula ganadora, que cada creyente debería experimentar.  No se trata, como muchos piensan, de abandonar toda responsabilidad, sino de tener tal cuidado de lo que Dios ha puesto en nuestras manos, que lo depositemos en las Suyas.  Es confiar en Su providencia y fidelidad y dejar que sea Él quien abra puertas de bendición y gracia para nuestras vidas y las de los nuestros.  Es un llamado a depender de Dios.

De alguna manera los levitas recibieron un llamado similar.  Esta tribu no recibió tierra específica como heredad.  Su heredad era su llamado.  Se dispusieron para ellos ciudades dentro de la heredad de las demás tribus, donde vivirían y suplirían sus necesidades.  Mientras, careciendo de posesiones y ataduras terrenales, debían dedicarse a la preparación para el santo oficio para el cual habían sido escogidos.

Todo lo que Dios pueda poner en nuestras manos, es bendición.  Sin embargo, en ocasiones ponemos en ello nuestro corazón y empeño, relegando los asuntos de aquél que nos ha dado todas las cosas, a un segundo o tercer lugar.  La Palabra de Dios enseña que, aunque vivimos en este mundo, estamos llamados a sembrar en el reino de Dios.  Así que, mientras más nos entreguemos a Dios y le sirvamos, más grandes serán las cosas que Él hará.  Todo lo terrenal pasa, es efímero.  Al final de todo, solo lo eterno permanecerá.

Si hoy Dios te llama a abandonarlo todo y darle el primado en tu vida, hazlo en fe.  Entrégale la totalidad de tu ser, pon en Sus manos todo, TODO.  Verás como Él hará y te bendecirá abundantemente.

Oración

Amado Señor, gracias por todo aquello que has puesto en mis manos.  Hoy lo deposito todo en las Tuyas y respondo: “heme aquí, Señor”.  Te quiero servir con todo mi corazón.  Confío en Tus promesas y, sé que no hay lugar más seguro para mi vida y la de los míos.  Amén.