Amando como Tú, Jesús
7 de agosto de 2016
Hechos 10.1-33
“Y les dijo: – Vosotros sabéis cuán abominable es para un judío juntarse o acercarse a un extranjero, pero a mi me ha mostrado Dios que a nadie llame común e impuro–“ (Hech 10,22).
Jesús resolvió el tema de quién es mi prójimo, con la parábola del buen samaritano. (Lc 10.25-37) Mi prójimo es el otro ser humano en su otridad y circunstancias, sin hacer acepción de personas. La visión del lienzo (Hch 10.15), con su sentencia “lo que Dios limpió no lo llames tú inmundo”, reitera el reconocimiento de la dignidad de las personas creadas por Dios, objetos de Su amor redentor y salvador. Después de Pedro tener esa visión, no tuvo dudas en responder afirmativamente al llamado de un gentil romano, militar de alto rango en los ejércitos del César, temeroso de Dios y reconocido por su piedad y buenas obras.
Pedro visitó a Cornelio en Cesarea y compartió con él, con sus familiares, amigos y subalternos, y les predicó a Cristo. Sucedió lo insólito e inesperado: se derramó el fuego del Espíritu Santo en aquellos gentiles; hablaron en otras lenguas y profetizaron. Allí mismo Pedro y sus acompañantes los bautizaron en las aguas en el Nombre de Jesús. (Hch 10.44-48) Allí se derribaron muros de prejuicio y se tendieron puentes de confraternidad.
Oración
Gracias, Señor, porque tú no haces acepción de personas y porque amas a todo ser humano y tienes, como agenda salvadora y sanadora, su transformación y regeneración. Líbranos de los demonios de prejuicios y exclusivismos. En el Nombre de Jesús. Amén.
Autor: Rvdo. Luis F. del Pilar