Cuando no hay una segunda oportunidad
Semana 29 – Marzo 2017
Génesis 33:14 (RVC) «14 Ruego a mi señor adelantarse a su siervo, que yo iré poco a poco, al paso del ganado que va delante de mí y al paso de los niños, hasta alcanzar a mi señor en Seir».
Hemos escuchado que no hay una segunda oportunidad de causar una buena primera impresión. Nunca es más cierto este refrán que cuando se trata de creerle a uno de nuestros niños o niñas. Por supuesto, que los más chicos con frecuencia nos dicen cosas que están en el campo de la fantasía y la imaginación. Pero, no por eso son menos importantes. Quiero pensar que cuando Jesús tomaba en los brazos a los niños y los bendecía, no discutía con ellos sobre el libro de Levítico y las leyes del pueblo. En cierta ocasión que iba de camino a un ensayo con una de mis hijas, estábamos preocupados por la posibilidad que se suspendiera el mismo a causa de la lluvia. Pero, mientras íbamos de camino decidimos orar por esto. Luego de la oración, mi hija me indicó que ella creía que debíamos continuar hacia el ensayo, pues habíamos orado y ella creía que Dios nos había escuchado. La escuché y decidí creerle, y aun de camino llamé a mi esposa para decirle que íbamos a seguir hacia el ensayo, pues habíamos orado y nuestra hija me había dicho que debíamos seguir. Por supuesto, el ensayo se dio sin problemas, y más tarde esa noche mi esposa me contó entusiasmada cómo nuestra hija le había dicho lo bien que se había sentido cuando yo decidí creerle a ella y actuar conforme a esto.
Para mí fue una lección que nunca olvido. Debemos desarrollar una relación con nuestros hijos e hijas que sea de confianza mutua, que nos permita a ambos, de manera saludable, creer en el otro o la otra. Por eso, si un niño o una niña pequeña te invita a tomar café en una taza de juguete, tu deber es sentarte y tomar un sorbo de ese delicioso e imaginario café. Aunque la taza parezca vacía, no lo está, está llena de amor y creatividad. Si igualmente te pasan un teléfono de juguete para que recibas una llamada imaginaria, de la misma manera lo tomas y lo contestas con toda la seriedad requerida. No estás meramente jugando, estás fortaleciendo la plantita que será un fuerte árbol en el mañana cercano. Vayamos al paso de nuestros niños, y dejemos que nuestros niños y nuestras niñas continúen siendo quienes son. No tengamos prisa, llegaremos cuando Dios quiera y llegaremos bien, yendo a su velocidad.
CANTICO: Yo quiero ser como Tú
Se sienta a mi lado, un abrazo me da, él me dice papi y le contesto ¿qué?
Con su almohadita se recuesta a mí y me dice papi, yo quiero ser como tú.
Lo acuesto en su cama y un beso le doy, apagando las luces hago una oración.
Que cuando él crezca, él vea en mí un padre que vive para Dios.
Señor, yo quiero ser como Tú, porque él quiere ser como yo.
Yo quiero ser un buen ejemplo que sus ojitos puedan ver.
Señor, ayúdame a enseñarle, que él pueda entender;
Que yo quiero ser como Tú, porque él quiere ser como yo.
Oración
Amado Dios, permite que podamos ser como niños, porque de los tales es el reino de los cielos, que podamos recibir Tu reino como un niño o una niña. En el nombre de Jesús. Amén.
Oportunidad de la semana
Hay una frase que dice que dejamos de ser niños porque dejamos de jugar, en vez de que dejamos de jugar por haber dejado de ser niños. La invitación esta semana es a jugar con los más pequeños o las más pequeñas de la casa. Saca tiempo para contactar a tus sobrinos/as, a tus nietos/as, a tus vecinitos/as y juega. Estarás abriendo ventanas de bendición sobre sus vidas.