Altar Familiar- 31 de agosto

Pastora Carmen L. Fonseca
ICDC Feijoo

El sacrificio de Cristo

Lectura Bíblica – Salmo 121
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.
No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel.
Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche.
Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre”.

En estos tiempos de pandemia y tantas cosas que vemos a nuestro alrededor, la Palabra nos dice que alcemos nuestros ojos, nuestra vista al cielo y nuestro socorro, seguridad y protección ha de venir de nuestro Señor Jesucristo.

Oración de gratitud a Dios por su amor y por el sacrificio de Cristo

Lectura Bíblica – Salmo 84
“¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.
Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán. Selah
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos.
Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques.
Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion.
Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración; Escucha, oh Dios de Jacob. Selah
Mira, oh Dios, escudo nuestro, Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.
Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía”.

Confiemos siempre en el Señor. Su palabra afirma continuamente sobre la confianza que demos tener en Él, quien nos dejó muchas promesas. Si las creemos, afianzará nuestra confianza en el continuamente.

Entonemos el himno “Todas las promesas del Señor Jesús”

Todas las promesas del Señor Jesús
son apoyo poderoso de mi fe;
mientras luche aquí buscando yo su luz,
siempre en sus promesas confiaré.
CORO:
Grandes, fieles,
las promesas que el Señor Jesús me ha dado,
grandes, fieles,
en ellas para siempre confiaré.

Todas las promesas para el hombre fiel,
el Señor, en sus bondades, cumplirá,
y confiado sé que para siempre en Él
Paz eterna mi alma gozará.

Todas las promesas del Señor serán
gozo y fuerza en nuestra vida terrenal;
ellas en la dura lid nos sostendrán,
y triunfar podremos sobre el mal.

Lectura bíblica – Salmo 93.1
“Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá. Firme es tu trono desde entonces; Tú eres eternamente. Alzaron los ríos, oh Jehová, Los ríos alzaron su sonido; Alzaron los ríos sus ondas. Jehová en las alturas es más poderoso Que el estruendo de las muchas aguas, Más que las recias ondas del mar. Tus testimonios son muy firmes; La santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre”.

Entonemos el himno “Santo, Santo, Grande, eterno Dios!” (HVC 17)

¡Santo, Santo, grande, eterno Dios!
con alegría hoy Te alabamos;
Rey de reyes, grande Capitán,
Todopoderoso Guerrero.
Honor y gloria, luz y dominio,
tributaremos todos a Ti.

CORO:
¡Santo, Santo, eres Tú, Señor!
¡Dios de las batallas, glorioso!

Alabadle cielos, tierra y mar,
toda su Iglesia, sus mensajeros;
alabanzas, cantos de loor,
hoy unidos elevaremos.
Juez majestuoso y reverendo
fuego y vida eres, Señor.

Rey de siglos, sólo eterno Dios,
veraz y justo, incomprensible;
inmortal, Autor de todo bien,
eres Tú el Anciano de Días.
Y para siempre entonaremos
el canto eterno de Redención

Meditemos:

El amor de Cristo para nosotros es infinito. Nos ofrece su amor y misericordia y día a día nos ofrece lo siguiente:
Cristo nos ofrece una nueva vida (2 Corintios 5.17).
Cristo Nos ofrece perdón de pecados (Isaías 55.7, Efesios 1.7).
Cristo Nos ofrece una vida victoriosa (Romanos 8.37-39, 1 Juan 5.4).
Cristo Nos ofrece provisión (Mateo 6.26).
Cristo Nos ofrece mediante el acceso al Padre (Hebreos 10.19-22).
Cristo Nos ofrece gracia (Juan 1.16-17).
Cristo te ofrece morar dentro de ti (1 Corintios 6.19-20).
Cristo Te ofrece salvación (Juan 3.16).

Todo lo que Dios nos da en la vida terrenal es muy valioso. Sin embargo, la salvación es lo más importante porque es el pase a la eternidad. Todo lo que recibimos aquí en la tierra es temporal porque nos ayuda a pasar los días más llevaderos más satisfactoriamente. Pero todo es pasajero, es por un tiempo limitado. Pero luego saber que vamos a vivir eternamente sin enfermedades ni problemas en paz en armonía y sobre todo junto Jesucristo y al Padre es algo maravilloso. Verdaderamente hay que luchar por alcanzar ese gran premio.
Para regalarnos la salvación, Jesucristo dio su vida voluntariamente. Se sometió a los más viles maltratos y humillaciones; solo por amor a la humanidad.

Jesús ofreció su vida por ti y por mí. Te ofrece ser tu Padre celestial, darte ánimo, fortaleza, ser tu compañero constante, ser favorable a ti, tener misericordia contigo y los tuyos. Quiere ser tu refugio, dar las respuestas a tus oraciones y si te toca partir de este mundo, te ofrece resurrección y una morada celestial.

¿Que podemos hacer para agradar a Dios?
Amar a Dios y tenerlo en primer lugar.
Buscar su presencia continuamente.
Cultivar la oración como medio de comunicación con Él.
Pedir perdón con corazón sincero.
Perdonar al prójimo.
Amar al prójimo.
Presentarnos al Señor tal como somos con nuestras virtudes y nuestras faltas.
Cultivar la lectura de las Sagradas Escrituras.
Poner en práctica la obediencia a Dios y a su Palabra.

Recordemos que lo que nosotros hagamos para agradar a Dios no se compara con lo que Él hizo y hace por nosotros. Él dio su vida, derramó su sangre y sufrió en aquella cruz por perdón de nuestros pecados y darnos vida eterna.

Entonemos el cántico “Grande amor, profundo amor”

//Grande amor, profundo amor,
el que Dios tiene para mí.//
//No lo puedo entender, pero el me ama
no lo comprendo, pero Él me libertó
todo mi ser se llena de Él porque
profundo e inmenso es su amor.//

Oremos en intercesión por la iglesia, las naciones y en especial, por nuestro Puerto Rico