Adora en el santuario
22 de mayo de 2017
«Derribaréis sus altares, quebraréis sus estatuas, quemaréis sus imágenes de Asera, destruiréis las esculturas de sus dioses y borraréis su nombre de aquel lugar. “No haréis así a Jehová, vuestro Dios, sino que el lugar que Jehová, vuestro Dios, escoja entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre y habitar en él, ese buscaréis, y allá iréis». Dt 12.3-5 (RV95)
El pueblo está por entrar a Canaán y Dios, está dando las últimas instrucciones en los labios de Moisés. Les recuerda que deben ser fieles al Señor y quitar todo lo que les lleve a la idolatría, deben derribar los altares en los montes donde se adoraban a otros dioses. Solo se adorará a Jehová, lo harán como comunidad de fe que ha hecho pacto con Dios y se reunirán en el santuario que se levantará para ello. Dios no comparte Su gloria con nadie y desea que Su pueblo se congregue para adorarle en comunidad, como un solo pueblo.
Esto, en parte, recuerda la conversación de Jesús con una mujer en Samaria donde, entre muchos temas, conversa sobre a quién se debe adorar y dónde. Jesús le dice a la mujer: “…, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren” (Jn 4. 21-23). Jesús, con ello le deja claro que el lugar de adoración no es ni en el Monte Gerizin ni en Jerusalén, sino que lo importante es adorar a Dios de corazón, con todo nuestro ser (en espíritu y en verdad). Jesús se revela como el Mesías, el enviado de Dios para salvación. La invitación a ella y luego a la gente en Samaria es a que se unan a la fe y adoren en comunidad a Dios.
Hoy, como iglesia de Jesucristo, le adoramos pues nos ha salvado. Nos congregamos en Su Nombre en cada templo manteniéndonos fieles y firmes en Su esperanza. Su mandato es de congregarnos en el santuario pues el Señor es uno de comunidad. Lo hacemos adorando en espíritu y en verdad, estimulándonos a través del culto al amor y las buenas obras (He 10.23-24).
Oración
Señor, eres nuestro único Dios. Gracias Señor por amarnos y permitir que nos podamos reunir como comunidad de fe en Tu casa de oración. Bendice a Tu Iglesia en la redondez de la tierra y que toda ella siga llevando a otros la palabra de fe, amor y de esperanza con alegría. En Jesucristo nuestro Señor. Amén.