Altar Familiar: Semana 2 de agosto
Pastor Carlos Báez Gutierrez
Renovemos nuestra esperanza en Él
Llamado a la Adoración
Entonemos el cántico “Te Adoro” (René González y Dámaris Grillo)
//Te adoro, Rey de reyes.
Te adoro, Señor de señores.
Te adoro, Príncipe de paz.
Te adoro, mi protector.//
Tú eres quien levanta mi vista
y puedo verme como Tú me ves.
Tú eres quien levanta corazón
y puedo sentir otra vez.
Tú eres quien levanta mis manos
y puedo la victoria obtener.
Tú eres quien levanta mi vida
y puedo soñar otra vez.
Lectura Bíblica: Salmo 46
Oración de Gratitud y Confesión de Pecados
Entonemos el cántico “Mi Roca” (Hillsong)
Mi esperanza está en Jesús,
en su justicia y en la cruz.
De nadie mas dependeré;
solo en su nombre confiaré.
Coro
En Jesús fuerte soy, solo Él mi roca es.
Sobre la tempestad Él es Rey.
Cuando no puedo ver su faz
se que su gracia es siempre igual.
A la tormenta venceré,
//mi ancla firme esta en Él.//
Un día el regresará;
en su presencia voy a estar.
Sin mancha ante el vendré
justificado por la fe.
Momentos de Intercesión
o Por las personas que han experimentado pérdidas en medio de la
pandemia y ante los los efectos climáticos de la tormenta Isaías.
o Por las personas que no han podido regresar a sus trabajos. Que el Señor
continúe supliendo provisión para sus hogares.
o Por la salud mental y emocional donde se ha visto manifestada su
vulnerabilidad en los pasados días.
o Por el evento de las primarias y eventualmente las elecciones generales
para que transcurran en paz. Dios sea impartiendo sabiduría y haga
sensible los corazones de cada candidato en favor del país.
o Por el inicio del año escolar en medio de las pérdidas experimentadas por
las diferentes situaciones vividas en el país.
o Para que la iglesia pueda seguir siendo ente de paz y esperanza en medio
del escenario que nos ha tocado experimentar.
Entonemos el cántico: “Cúbreme”
Cúbreme bajo tus alas hoy.
Tómame, contigo quiero estar.
Se levanta el mar en tempestad,
Sobre la tormenta volaré,
Sobre muchas aguas eres Rey,
Firme estaré, sé que eres Dios.
Solo en Ti, mi alma encuentra paz
y en quietud conozco tu poder.
Reflexión Pastoral
Lectura Bíblica: Mateo 3.1, 5-6
“ 1 En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, … 5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, 6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados”.
La vida se trata de comienzos, posiblemente luego de haber experimentado momentos de dificultad. Por ejemplo, el comienzo de nuestra vida se da luego de momentos dolorosos de parto. Sin embargo, como resultado la vida comienza para una criatura convirtiéndose en algo sublime.
De igual manera lo vemos en las estaciones del año con el invierno, cuando las hojas caen y en la naturaleza casi no se perciben indicios de vida nueva. Sin embargo, la vida está. En un momento dado, los árboles se llenarán de hojas nuevamente. De igual manera Dios nos promete una vida nueva. Cuando estamos atrapados en momentos de dificultad, Dios nos recuerda que todavía tenemos tiempo para una palabra de esperanza. Él todavía
puede responder a las oraciones que hemos elevado. Siempre tendrá una palabra de esperanza para nosotros. Aún en el momento más oscuro, como el experimentado en la cruz, donde dio inicio a nuestra redención, siempre se trata de comienzos y una esperanza a la que hay que caminar.
Dice el texto bíblico que Juan el Bautista ministró en el desierto. Una zona descrita como árida, poco poblada, salvaje y montañosa. En aquellos tiempos, viajar constituía algo arriesgado y no era lo mejor, al menos que hubiese razones específicas (fiestas, visitas familiares, entre otros). Viajar en grupo era más seguro, especialmente con parientes. Sin embargo, bajo este escenario Juan el Bautista ejerció su ministerio.
Hoy en día parece que caminamos por nuestro desierto, por nuestra zona de riesgo.
Cuando viajamos y cuando salimos de nuestros hogares comienza nuestra batalla emocional, los temores comienzan a florecer. Al parecer nuestro escenario también se ha convertido en uno inseguro y en donde las pérdidas se han hecho presentes. Sin embargo, ante el reto que representaba para Juan el Bautista predicar en el desierto, las palabras del salmista antes de salir al escenario de batalla, se hacían reales en su vida cuando decía en los primeros versículos del Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”. Por otro lado, parece como si el salmista hubiera estado en Puerto Rico con los eventos recientes de la tormenta entre otros sucesos cuando dijo: “Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza…
Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob” (Salmo 46.1-3,7).
La protección, presencia y poder de Dios manifestado se convirtieron en su fortaleza y seguridad. Dios también utiliza el desierto para convocar y preparar a sus hijos para ejercer sus ministerios. Simplemente nos dice: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”
(Sal. 46.10). La palabra del Señor no ha tenido límites y trasciende más allá de nuestro contexto eclesial. Por lo tanto, aún en medio del desierto podemos llevar la buena nueva, una palabra de esperanza y ser instrumento para la gloria de Dios. Finalmente, ya sea en el desierto o en el invierno, cuando en la naturaleza casi no se perciben indicios de vida nueva, para Dios puede ser significado de un nuevo comienzo. Lo que comenzó en el desierto en un ambiente de desolación, se tornó en un mensaje de esperanza, del cual usted y yo somos parte. Dios siempre nos da la oportunidad de renovar nuestra esperanza en Él. Nuevamente, “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová” (Salmo 27.14).
Oración Final
Cántico “Viva la fe, viva la esperanza, viva el amor”
///Viva la fe, viva la esperanza, viva el amor///
Que viva Cristo, que viva que viva Cristo,
que viva que viva Cristo, que viva Él.