Altar familiar – 13 de mayo
Rvdo. Carlos Negrón Sánchez
Pastor ICDC Puerto Nuevo
Región 1
Porque serán saciados…
Lectura del Salmo 31.3, 5-7, 14-16, 24 (RVC)
“Ciertamente, tú eres mi roca y mi castillo; guíame; encamíname por causa de tu nombre.
En tus manos encomiendo mi espíritu; ¡ponme a salvo, Señor, Dios de la verdad! Señor, yo confío en ti,
Yo me lleno de alegría por tu misericordia,
Señor, yo confío en ti, y declaro que tú eres mi Dios. Mi vida está en tus manos;
¡Haz brillar tu rostro sobre este siervo tuyo! ¡Sálvame, por tu misericordia!
Ustedes, los que esperan en el Señor, ¡esfuércense, y cobren ánimo!”.
Oración de acción de gracias por la presencia de Dios y sus cuidados
Entonemos el cántico: “Jehová tu eres mi Dios”
///Jehová, Tú eres mi Dios, alabaré y ensalzaré tu nombre.///
Porque has hecho maravillas, alabaré y ensalzaré tu nombre.
Porque has hecho maravillas, alabaré y ensalzaré tu nombre.
Leamos la Palabra de Dios en el Salmo 61.1-4 (RVC)
“Dios mío, ¡escucha mi clamor! ¡Atiende mi oración! ¡Clamo a ti desde los confines de la tierra, pues ya mi corazón desfallece! Llévame a una roca más alta que yo, porque tú eres mi refugio, ¡eres fuerte torre que me protege del enemigo! Yo habitaré en tu templo para siempre; bajo la sombra de tus alas estaré seguro”.
Oración de Intercesión:
- Por quienes aún no cuentan con los recursos necesarios para sustentarse a sí mismo y a su familia.
- Por las personas que han pasado sin hogar este periodo tan difícil.
Entonemos el cántico: “Sé para mí, Señor” o “Bendeciré”
Sé para mi Señor, una roca de refugio.
A donde acuda yo continuamente.
Tú has dado mandamiento para salvarme.
//Porque tú eres mi roca, Señor y mi fortaleza.//
Bendeciré
Bendeciré al Señor por siempre.
Y en Él siempre confiaré.
Me ha librado de todo temor.
Mis pies en una roca afirmó.
No me moverán, del Señor diré,
Mi escudo eres, fuerza, mi porción,
Mi libertador, mi refugio, torre fuerte,
Mi ayuda en tiempos de necesidad.
A quién tengo yo en los cielos si no a ti.
A nadie deseo más que a ti.
Alegría me das, del Señor diré
Mi escudo eres, fuerza, mi porción,
Mi libertador, mi refugio, torre fuerte,
Mi ayuda en tiempos de necesidad.
Meditemos: “Porque serán saciados…”
Lectura bíblica: Mateo 5.6 (NTV)
“Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”.
Al igual que los huracanes Irma y María, esta pandemia nos ha permitido ver las inequidades de nuestros sistemas económicos y de servicios a los que más necesitan. No todas las personas han sufrido esta crisis de igual manera. Si utilizamos la metáfora de que todos/as atravesamos una tormenta montados en la misma barca tendríamos que decir, como el meme en las redes sociales: algunos la atraviesan en yate, otros en lancha, otros en bote, otros con salvavidas y otros nadan para sobrevivir. Al pensar en esto, recordamos las palabras del Maestro de Galilea: “Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”. El hambre y la sed son necesidades esenciales para el sostenimiento de la vida en el planeta. Sin embargo, sabemos que, por la misma inequidad en la distribución de los recursos en el mundo, no todas las personas la padecen igual. Para algunos, el hambre y la sed es lo que se siente el mismo día entre el desayuno, el almuerzo o la cena, mientras para otros es una urgente y continua necesidad, que se desconoce si podrá ser saciada. La gran preocupación en las pasadas semanas es, si en Puerto Rico hay personas y familias pasando hambre. Según estadísticas oficiales los niveles de pobreza en nuestro país superan el 50%. Siendo esto así, la preocupación del hambre está bien fundamentada. Algunos todavía mantienen la ilusión de que somos un país próspero, cuando esa no es la realidad. La falta de alimentos no tiene que ver con insuficiencia de provisiones, sino con falta de justicia.
Las personas a quienes Jesús se refiere en su Sermón de la Montaña, son precisamente aquellas que agonizan y sufren porque no tienen la capacidad o no cuentan con la atención necesaria para ser atendidos en sus reclamos más básicos y elementales: alimentos, recursos económicos y salud. La falta de justicia es la que provoca esa hambre y sed, que a su vez se traduce en falta de pan y de todos los recursos y bienes necesarios para el sustento de todos los seres humanos. ¿Cómo, pues, Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia? ¿Cómo es que son bienaventurados/as? La afirmación no sólo tiene una dimensión profundamente espiritual, sino también profundamente humana. Esas dos dimensiones no están en conflicto. Dios los bendice haciéndoles justicia a través de su reino de amor y compasión. Jesús anuncia y proclama la llegada del reino de Dios, que es el tiempo de la bienaventuranza, porque los hijos y las hijas de Dios han entendido y abrazado su mensaje. Porque sus discípulos/as trabajan y se esfuerzan para que ese mensaje del reino pueda avanzar y hacerse realidad en medio de los tiempos. Son bendecidos y bendecidas los hambrientos y sedientos de justicia porque no han sido olvidados ni borrados del corazón de Dios ni de la agenda de su reino. Y si están en el corazón de Dios, si estaban en la agenda prioritaria del corazón de Jesús de Nazaret con tanta fuerza que les llamó dichosos/as y si están en el corazón de aquellos y aquellas que seguimos en fe sus pisadas, entonces y sólo entonces, el hambre y la sed de justicia serán saciadas y habrá pan, salud, educación y recursos para una vida y un retiro digno para todos/as.
Oración de cierre:
Demos gracias a Dios por todas las personas, iglesias y organizaciones que trabajan para saciar el hambre y la sed de justicia en estos tiempos.
Entonemos el cántico: “Somos el pueblo de Dios”
Somos el pueblo de Dios.
Somos un pueblo especial,
Llamados para anunciar
Las virtudes de Aquel
Que nos llamó a su luz.
Somos el pueblo de Dios,
su sangre nos redimió
y su Espíritu dio para darnos poder
Y ser testigos de Él.
Y llevaremos su gloria
A cada pueblo y nación.
Trayéndoles esperanza
y nuevas de salvación.
Y su amor nos impulsa
No nos podemos callar
Anunciaremos al mundo
De su amor y verdad.