Altar Familiar- 15 de abril

Rvdo. José Rafael Morales

Pastor ICDC Jardines de Caparra

Región 1

LLAMADO A LA ADORACIÓN: SALMO 42.1-5

(Lectura pudiera ser alternada entre miembros de la familia)

1Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
    Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS

  • Al único que sacia nuestra sed…
  • Al que enjugará toda lágrima y es nuestra salvación …
  • Al que es nuestro Dios vivo…

ENTONEMOS EL CÁNTICO: “TE NECESITO”

//Te necesito, más que el día de ayer,

Te necesito, más de lo que yo puedo expresar.

Te necesito Dios, pues solo Tú, eres mi Dios.//

Más que a mi respiración,

Más que a mi canción,

Más que a un latir,

Más que a nadie, junto a Ti,

Yo quiero estar y poder disfrutar,

Porque no quiero volver a ser, lo que antes fui.

ORACIÓN DE CONFESIÓN

(Confesemos al Señor aquellas cosas que en esta hora necesitamos)

ENTONEMOS EL CÁNTICO: “HAY MOMENTOS”

//Hay momentos que las palabras no me alcanzan
para decirte lo que siento, mi querido Salvador//

//Te agradezco por todo lo que has hecho,
por todo lo que haces, por todo lo que harás//

LECTURA BÍBLICA: JUAN 20.19-31

REFLEXIÓN PASTORAL:

Si nos permitimos abrirnos un poco a la creatividad, los resultados podrían ser maravillosos…  

¿Dónde estaba Tomás? ¿Dónde? Pues, ¿dónde más?, de los doce, fue a él, a quien le tocó el turno de salir a buscar provisiones, en medio de la cuarentena. Y los once restantes, ¿dónde estaban? Pues, ¿dónde más?, como usted y yo (o eso se supone), “encerrados y encerradas”. ¿Cómo encerrados?  Pues, ¿cómo más?, encerrados físicamente, pero, encerrados emocional y espiritualmente también. ¡Estaban encerrados en y con miedo!  ¿Les suena familiar?

Sin embargo, insospechadamente, hasta allí llegaría Uno que pondría fin a aquel encierro. Uno, que sabía lo allí adentro estaba pasando. Uno, que transformaría aquel encierro, aquel miedo y aquellas dudas en paz, regocijo, envío y fortaleza. Aquel Uno era Jesús, ¡Señor y Dios! ¡El mismo que había vencido a la muerte, a la sepultura y a todos sus lacayos!

Luego de haberse desinfectado… luego de haberse quitado guantes y mascarillas… y luego de haberle pegado hasta manguera a las provisiones…  le dijeron a Tomás, ¡Al Señor hemos visto!  Tomás estuvo bajo el sol, guardando seis pies de distancia, arriesgándose por los otros once, por esto dijo, ¡Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré!  ¡No estaba diciendo que no creería!  Lo que estaba pidiendo era tiempo igual (vea el v. 20). ¡Tomás también quería creer!

El asunto es que pasó la semana, como a nosotros y nosotras también nos han pasado las semanas, hasta que volvió a hacerse presente Quien vino a traer libertad respecto del miedo (en palabras de la monja y profesora nigeriana Teresa Okure). Tomás tuvo su tiempo igual, pero no fue tan necesario. También transformado, pronunció la más alta expresión cristológica dicha en todo el evangelio (esto es Juan), ¡Señor mío y Dios mío!  Si fuera cierta la leyenda, bien que creyó Tomás, pues, de los apóstoles, fue quien más lejos llegó llevando la buena noticia, ¡hasta la India!

Bienaventurados los que no vieron y creyeron. Aun hoy, no todos y todas creen. Le pregunto, ¿ve usted una salida cercana a esta pandemia y a sus múltiples y escurridizas secuelas? Le diré lo que yo creo y veo. Creo y veo a un Dios de poder que conoce muy bien lo que toda Su creación atraviesa, que es solidario y que, insospechadamente, continuará haciéndose presente para darnos de Su paz en medio de nuestros respectivos encierros y miedos, cualesquiera que estos sean. Todo esto, ¡hasta que podamos abrir nuevamente nuestras puertas! ¿Lo crees? ¿Lo ves?

ENTONEMOS EL HIMNO: “HAY PODER”

¿Quieres ser salvo de toda maldad?,

Tan solo hay poder, en mi Jesús;

¿Quieres vivir y gozar santidad?,

Tan solo hay poder en Jesús.

Hay poder, poder, sin igual poder,

En Jesús, quien murió;

Hay poder, poder, sin igual poder,

En la sangre que Él vertió.

¿Quieres ser libre de orgullo y pasión?,

Tan solo hay poder, en mi Jesús;

¿Quieres vencer toda cruel tentación?,

Tan solo hay poder en Jesús.

¿Quieres servir a tu Rey y Señor?,

Tan solo hay poder, en mi Jesús;

Ven y ser salvo podrás en su amor,

Tan solo hay poder en Jesús.

ORACIÓN FINAL

  • Por la realidad mundial.
  • Por el estado de los más pobres y vulnerables.
  • Por quienes procuran el bienestar integral.
  • Por la respuesta de la Iglesia del Señor.