Confianza que recrea el alma- Pan de Vida: 3 de abril
Muy amados en el Señor, recuerdo un chiste con una moraleja. Un pastor, luego de la predicación, en el espacio donde se dan a conocer las próximas actividades de la iglesia, anunció que la semana próxima saldría con su familia de vacaciones. Una vez culminado el culto, el pastor estaba saludando en la puerta de salida a las familias cuando alguien se le acercó y le dijo: “el diablo no coge vacaciones”. A lo que el pastor le preguntó: “¿Y usted quiere que yo sea como el diablo? Porque Dios descansó el séptimo día”.
Dios se inventó el reposo como parte de la Creación. Hay un descanso que es creativo y que es restaurador. Ese descanso es la voluntad de Dios para todos. Ese descanso llega con la presencia de Dios en nuestras vidas.
Con los años hemos distorsionado conceptos como “recreación”. Hasta donde yo puedo ver, “recreación” es una palabra compuesta por dos conceptos: “re” que implica volver y “creación”. Lo que ello proyecta es un proceso de renovación, volver a crear algo nuevo sobre lo anteriormente creado. Pero para muchos, recreación es meramente diversión o juegos. De hecho, la mayoría de las actividades que asociamos con la recreación no nos dejan nuevos, nos dejan acabados. Pero existe un reposo que nos renueva y nace de ubicar nuestra confianza en un Dios que nos visita para restaurarnos, levantarnos y otorgarnos una vida nueva. Poner nuestra confianza en Él nos recrea, nos otorga vida nueva. Como lo hizo el Señor con el hombre de la mano seca. El pasaje se encuentra en Lucas 6.6-10.
Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada.
Que la diestra de ese hombre se hubiera secado significa que la fuente de ingresos para su familia se había secado. No había programas de beneficios por incapacidad. No había privilegios. Todo lo contrario, se veía excluido de muchos círculos sociales y aunque podía ir a la sinagoga, para muchos allí su condición era señal de un castigo. Su vida fue impactada de una manera muy grande. Una gran tormenta emocional invadió su interioridad. Constantemente pensaba en las necesidades de su familia y de su incapacidad de poderlas satisfacer. Aunque era el día de reposo, en su interior no había reposo. Aunque su cuerpo estaba en reposo, en su interior solo había inquietud.
Hay personas que se acuestan en sus camas sin hallar reposo. Se levantan con cansancio emocional porque en su mente lucharon con una carga muy grande durante toda la noche. Estar encerrados en la casa no es igual a reposo, mucho menos significa recreación. Pero no tiene que ser así. Quien entró en la sinagoga para otorgar vida nueva quiere entrar a nuestras casas, a nuestros hogares y a nuestros corazones.
Ante la grande controversia que se levantó en la sinagoga por la posibilidad de que Jesús sanase a un enfermo en el día de reposo, Jesús respondió de una manera aleccionadora. En el día de hoy se nos hace difícil entender la magnitud del problema. La magnitud del problema emana de que a la Ley de Dios los maestros de la ley le añadieron sus interpretaciones. Era más el tiempo y el esfuerzo que dedicaban a interpretar y a enseñar sus interpretaciones que el tiempo y el esfuerzo que empeñaban en enseñar la Palabra de Dios. Llegaron al ridículo de perder tiempo en discusiones legalistas estériles como si era permitido o no comerse un huevo que una gallina hubiese puesto en un día de reposo. Pero la ridiculez mayor fue creer que la mano de Dios no se podía mover en nuestro reposo. En el Evangelio según Mateo Jesús le contesta a quienes están en la sinagoga y les dice: “¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja?”. Las manos de ellos se podían mover para salvar un animal, pero la mano de Dios no se podía mover para traer reposo a un ser humano. Jesús lo aclara al enseñar que un hombre vale más que una oveja. Nosotros somos seres humanos y a la vez somos ovejas del Gran Pastor de las Ovejas. Con esas palabras el Señor de nuestro reposo se alza sobre las interpretaciones humanas estériles de la Ley de Dios.
Nuestra confianza no emana de una tradición ni de opiniones humanas. Nuestra confianza nace en la Palabra de Dios, que es la Biblia,y en la Palabra de Dios hecha carne, que es nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Quien, por encima de toda oposición y obstáculo, extiende su mano de poder hasta donde estamos para re-crearnos, para otorgar vida nueva y para llenar el alma nuestra con su reposo. Te invito a que descanses en Él, a que extiendas tu necesidad ante Él. Como enseña la Palabra: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5.7).
Les dejo este pensamiento de la Palabra de Dios: “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará” (Salmo 37.3–5).
Inspírate en la Palabra de Dios, Ama como Cristo, Sirve en Espíritu y en Verdad. Que así nos bendiga el Señor.
Rvdo. Miguel A. Morales Castro
Pastor General ICDCPR