Fortalecidos para servir
Medite en el Salmo 28.7-9:
“7 Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré.
8 Jehová es la fortaleza de su pueblo, Y el refugio salvador de su ungido. 9 Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; Y pastoréales y susténtales para siempre”.
Oración de Gratitud a Dios por su fidelidad y por el amor que nos muestra cada día.
Lectura Bíblica Alternada: 1 Reyes 19.5-8
D- Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
F- Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
D- Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
Todos- Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.
Oración de intercesión:
Oramos pidiendo al Señor su guía y fortaleza para denunciar la maldad que opaca la justicia y para anunciar las Buenas Nuevas de salvación.
Reflexión:
Muy amados en el Señor, el país entero ha sido estremecido por los eventos de las pasadas dos semanas. Muchos miran con desesperanza el futuro de nuestra economía y no son pocos los que consideran salir del país buscando un mañana mejor. Todos debemos y podemos laborar día a día por un Puerto Rico mejor. Creemos que Dios nos dará aliento y que todavía hay esperanza para nuestro pueblo. Ello no significa que no atravesemos un momento agudo de prueba. Ello solo significa que si Dios es con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Aunque a veces pensamos que no nos puede alcanzar, a todos nos llega el momento de la tristeza inexplicable. Es un momento crítico en la existencia humana en que se pueden perder perspectivas, motivación y fuerzas. Aún el gran profeta Elías, luego de toda una vida de logros con Dios, precisamente luego de que invocara a Dios y fuego del cielo descendiera consumiendo el holocausto que él mismo había preparado, en presencia del todo el pueblo, vino a ser víctima de la tristeza irracional. Luego de tanta lucha, el titán de la fe se siente que no tiene motivos para luchar, que no hay razón para vivir. Es en esa encrucijada que Dios le visita y le reviste con la fortaleza de su Espíritu Santo para servir. Porque todavía quedaban siete mil que no habían doblado sus rodillas a Baal, y había un joven, Eliseo, que necesitaba de su modelaje y enseñanza para seguir con la obra que él había comenzado. Pero la tristeza paraliza, roba energías y nos quiere aislar en el desierto. La tristeza nos puede robar la visión y sacarnos del derrotero. Pero nosotros le servimos a un Dios vivo y de poder, que no olvida lo que hemos hecho por él, y nos visita en nuestra necesidad.
Hay muchas fuerzas que nos pueden paralizar, especialmente al ser confrontados con conflictos. De muchas maneras la tristeza puede introducirse en la mente y en el corazón. Esas tristezas pueden anidarse en la mente como se anidó en la mente y en el corazón del profeta Elías las amenazas de Jezabel, provocando una tristeza que no responde, ni a la realidad ni a la visión de Dios de la vida. La realidad es que Dios le volvería a usar y aunque él se quería morir y hasta se atrevió orar a Dios para que le quitase la vida, Elías nunca conoció la muerte. Esa fue una oración que Dios oyó y contestó, pero no la contestó como Elías se la pidió, sino conforme a la voluntad divina. También es real el que esos momentos de conflicto nos pueden llegar a todos, y afectar nuestro estado anímico y los alcances de nuestra contribución. De Dios no haber intervenido, el potencial del gran profeta se hubiese encuevado y el alcance de su ministerio se hubiese tronchado. Pero Dios envió su ángel. Así es nuestro Dios. Nos visita en nuestra necesidad y transforma nuestros desiertos en huertos, nuestras heridas en fortalezas y es capaz de llenarnos y fortalecernos con su Espíritu, para que sigamos sirviendo en Espíritu y en Verdad.
Donde hay dos o tres en el nombre del Señor, la bendición de Dios se hace presente. Donde quiera que el Señor es invocado, se introduce el poder de su amor y la paz que sobrepasa todo entendimiento guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Él. Aún cuando no le invocamos, Él está cerca, especialmente si estamos afligidos, angustiados y menesterosos.
Un ángel visita a Elías en el desierto. No fue que Elías lo invocó o lo invitó. Es que Dios sabe todas las cosas y conoce lo que necesitamos. Y Dios también conoce lo que Él puede hacer a través de nosotros para bendecir a los demás. Es un Dios tierno y comprensivo y tiene poder para restaurar, capacitar y bendecir. El ángel le ofreció un alimento especial. Al igual que en nuestra eucaristía, el poder no estaba en el alimento, sino que el poder está en Dios. La segunda vez que él ángel le ofreció alimento se le dijo: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. Es lo mismo que Dios nos dice a todos, especialmente a aquellos que cuyos corazones están cargados y trabajados: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. Fortalecido con aquella comida caminó Elías cuarenta días y cuarenta noches hasta el Monte de Dios. Y no tengo duda de que distinto a lo que otras voces puedan decir, lo que Dios tiene para nosotros es de bendición. Lo que Dios tiene para nosotros, nadie lo podrá robar. Nuestro mañana estará seguro, si estamos confiados en las manos de un Dios bueno. Los invito a poner nuestra confianza en el Señor y a alimentar nuestro espíritu con todo lo que Dios nos ofrece. Fortalecidos por Dios estaremos dispuestos a Servir en Espíritu y en Verdad hasta que el propósito de Dios nos alcance y hasta que el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo sea glorificado en Puerto Rico. Que así nos ayude Dios.
Oración: “Amado Dios, nos rendimos ante ti buscando tu dirección, reconociendo que tu te fortaleces en medio de nuestra debilidad. Fortalece nuestras manos y quita nuestro cansancio, de manera que podamos servir en Espíritu y en verdad para la gloria y honra de tu nombre. En el nombre de Jesús oramos. Amén”.
Cántico: “Fortaleza Mía”
// Fortaleza mía,
a ti cantaré
Porque eres oh Dios mi refugio
el Dios de misericordia //
Yo cantaré de tu poder,
y alabaré de mañana
Tu misericordia, Tu misericordia
Porque has sido mi amparo
Y refugio en el día de angustia
Yo cantaré Señor, de Tu poder