Dios redime
15 de diciembre de 2017
«1 Se alegrará el desierto y el sequedal; se regocijará el desierto y florecerán como el azafrán. 2Florecerá y se regocijará: ¡gritará de alegría! Se le dará la gloria del Líbano, y el esplendor del Carmelo y de Sarón». Isaías 35:1-2 (NVI)
Luego de muchos sufrimientos y opresión en el exilio, Dios da al pueblo una promesa de liberación. Los más frágiles, vulnerables, sufridos y fieles serán los primeros redimidos por el Señor; y en entrar por las puertas de la ciudad Santa. El contexto literario amplio de los versículos describe una era mesiánica. Un momento donde el Señor con mano poderosa realizará un segundo éxodo. Describe el momento con metáforas que describen la magnitud de la experiencia de liberación y restauración. Los versículos hablan de que el desierto y el sequedal, que son lugares secos y áridos donde no hay vida, podrán alegrarse. Se refiere a que en un pueblo que está seco, como muerto en vida y sin la capacidad de emociones positivas; Dios sembrará alegría y volverán a florecer. Un pueblo marchito por la angustia será reverdecido y gritará de alegría porque recuperarán la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y de Sarón. Todos/as en la vida pasamos por experiencias donde nos sentimos exiliados, cautivos y sin esperanza. No obstante, en su momento Dios ejecuta una liberación extraordinaria y nos redime. Nos devuelve abundantemente lo que hemos perdido. De un estado de humillación y fracaso nos lleva a uno de exaltación y victoria. Vuelve a refrescar nuestra vida, a levantarnos y podemos recuperar la esperanza porque veremos como Dios trasforma un escenario de muerte en uno de vida. Con ello, se nos anuncia que Dios está presente en nuestros desiertos para sembrar vida y alegría.
Oración
Señor, en medio de las experiencias que nos oprimen y nos hacen sentir que estamos en un camino de muerte, Te pedimos que nos hagas llegar la lluvia de Tu Espíritu que nos haga florecer. Que podamos esperar en Ti y disfrutar de la liberación y redención que Tú harás. Amén.