¿Dónde está tu Dios?
5 de noviembre de 2017
«¡Oh Israel, confía en Jehová! Él es su ayuda y escudo».
Salmo 115.9 (RVR1960)
Con dureza e intención de burla se plantea el reclamo a los hijos de Dios: «¿Dónde está tu Dios?».
El propósito de la pregunta es desanimar la confianza y la seguridad que se ha forjado en los hijos de Dios aún en medio de sus aciertos y desaciertos. El salmista construye su respuesta en poema y comienza afirmando desde la cosmovisión de la época, que su Dios está en los cielos.
El Dios invisible solo pide ser visto por aquellos que se ajustan a su razón y a la medida de su entendimiento. Aún cuando puedan reclamar que las obras de sus manos son solo una representación de algo más, se proyectan en su burla y al final terminan siendo objeto de su intención.
El que rechaza en su racionalidad la existencia de Aquel que le supera, termina irracionalmente postrado ante «el oro y la plata». Ante los que «tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven; tienen orejas, pero no oyen; tienen nariz, pero no huelen; tienen manos, pero no palpan; tienen pies, pero no andan; no emiten sonidos con sus gargantas».
En nuestros tiempos también existen burladores con la misma intención de desanimar nuestra seguridad y confianza en Dios. En el tiempo difícil aparecen con la misma pregunta: «¿Dónde está tu Dios?».
Necesariamente no responden a personas cuyos dioses se representan como en los tiempos del salmista. Hay variaciones de dioses que se manifiestan en ideas, propuestas alternativas, estilos de vida y otros, que son articulados en el interés e interpretación humana desvinculada intencionalmente de la revelación de Dios en Cristo.
Tienen estructura, se expresan de manera lógica, se articulan sistemáticamente, son agradables al oído, pero no tienen a Dios, y más allá, niegan su existencia y con sutileza se burlan de Él.
Oración
Dios, que estás en la inocencia del niño y en la palabra sabia del viejo. En el abrazo solidario del que piensa diferente y en la hermandad de amigos. En el oído del hermano y en la bondad del extraño. Dios de presencia plena, en este y en todo tiempo, nos afirmamos seguros y confiados en Ti. En el nombre de Aquel que es Camino, Verdad y Vida. Jesucristo el Señor. Amén.