Cuidemos nuestras emociones
18 de marzo de 2017
«Cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron ellos a José de la cisterna, lo trajeron arriba y lo vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata». Gn 37.28 (RV95)
Israel no cortó lo vivido en su casa paterna y repitió en su hogar las preferencias con su hijo José. Los demás hermanos vieron esto y llenos de celos y envidias vendieron a José, mintiendo a su padre y cubriendo de luto su hogar.
Dios nos manda a cuidar nuestras mentes de emociones dañinas, pues al no dominarlas crecen y llevan a conductas indebidas que nos afectan a nosotros y los demás. En la familia de Israel el celo trajo la envidia, luego el odio, la mala acción y la mentira.
Dios conoce nuestra interioridad y nos da de Su Espíritu para trabajar en nosotros Su fruto, «Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» (Ga 5.22-23). La fe y la razón no riñen, sino que se complementan. Amamos a Dios, confiamos y somos fieles a Él (fe), pero Su Espíritu en nosotros nos ayuda a discernir lo que está bien o mal para elegir lo que le agrada a Dios (razón). Cuidemos que las emociones dañinas no nos dominen, sino que sea el Espíritu Santo que os guie. ¿Acaso no fue esto lo que pasó con Caín que mató a su hermano? La Palabra nos dice que él podía dominar las emociones, pero no lo hizo (Gn 4.7c). Escuchemos cuando el Espíritu nos advierte, seamos obedientes y controlemos las emociones.
Oración
Dios y Padre nuestro, sana nuestra mente de emociones dañinas y llénanos del fruto del Espíritu. Ayúdanos a guardar nuestro corazón porque de él mana la vida; a cambiar nuestra manera de pensar para que cambie nuestra manera de vivir; y a pensar y hacer lo que es honesto, justo, puro y amable. Así haremos Tu voluntad que es agradable y perfecta. En el nombre de Cristo. Amén.