Acordémonos del necesitado
5 de noviembre de 2016
En efecto, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos. Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero. Gálatas 2.9-10 NVI
Sabemos que la pobreza, la injusticia y desigualdad son males que nos han afectado a través de la historia. La exhortación a cuidar de los necesitados es un tema permanente y medular en la Biblia. Las narraciones de los Evangelios sobre la vida de Jesús muestran que Él comprendía las dificultades de los pobres. Por eso, se les acercaba y les acompañaba.
Después que Jesús murió, los apóstoles y otros seguidores de Cristo siguieron interesándose por los más necesitados. El texto que compartimos hoy señala que en una ocasión Pablo se reunió con sus compañeros y resaltaron la importancia de tener presentes a los pobres.
Como seguidores de Cristo, debemos interesarnos por ayudar a los que sufren. Ejemplifiquemos esto. Recientemente, nuestros hermanos y hermanas en Haití fueron azotados por un fuerte huracán que ocasionó una gran necesidad. Sin embargo, la respuesta no se hizo esperar, siguiendo el ejemplo de Jesús, ofrendamos nuestro apoyo con ayudas pertinentes de socorro.
El verdadero evangelio no consiste solo en teoría, sino en acciones. Podemos conocer el texto bíblico, pero si no lo practicamos, ¿qué sentido tiene? Si nuestro prójimo está en desnudez y carece de alimento, pero no le ayudamos, entonces no manifestamos el evangelio que anunciamos. Ayudar a los demás es algo que acostumbran hacer los cristianos auténticos de todo el mundo.
Oración
Señor, Tú eres el Dios de nuestra provisión. Rogamos por aquellos que se encuentran desprovistos y en escasez. Te pedimos que los alcances con Tu misericordia. Te pedimos que nos uses para ser de bendición a los que lo necesitan. Deseamos ser instrumentos, en Tus manos estamos. Por Cristo. Amén.
Autor: Gina Marrero