¿Qué miras?
3 de septiembre de 2016
«Tal vez crees que puedes condenar a tales individuos, pero tu maldad es igual que la de ellos, ¡no tienes ninguna excusa! Cuando dices que son perversos y merecen ser castigados, te condenas a ti mismo porque tú, que juzgas a otros, también practicas las mismas cosas.» (Romanos 2.1 NVT)
Una mujer criticaba a su vecina porque no lavaba bien la ropa. Cada vez que observaba por su ventana hacia el tendedero de su vecina veía la ropa curtida. En ocasiones tuvo la oportunidad de dialogar con su vecina por lo que pudo ofrecerle algún consejo, pero prefirió acusarla. Un día la mujer se levantó, miró por la ventana y se percató que la ropa brillaba. Inmediatamente le dijo a su esposo: “por fin nuestra vecina no usara más ropa mugrienta”. El esposo le contestó: “la ropa de la vecina nunca estuvo curtida, sino que el cristal de la ventana por el cual siempre observabas el tendedero estaba muy sucio y yo lo limpié esta mañana”.
Es fácil sacar conclusiones precipitadas. Quién sabe cuántas veces en nuestra vida miramos las cosas, miramos a los demás, a través de los vidrios poco limpios de nuestros ojos, y erramos.
Cuando sintamos deseos de criticar a otros y otras, debemos tener mucho cuidado. En ocasiones, las faltas que vemos con más claridad en las personas son las que tienen raíces en nosotros y nosotras. Si nos miramos con cuidado, descubriremos que a veces cometemos el mismo error que criticamos. Más aún, al examinarnos con transparencia podría ser que las faltas sean nuestras y no de los demás.
Pablo lo que estaba diciendo era que no había excusa para acusar a los demás, porque nadie es suficientemente bueno o perfecto. Es por esto que debemos depender por completo de la gracia de Dios.
Propongámonos disciplinarnos para ver lo bueno, sin precipitarnos en emitir juicios.
Oración
Señor, deseamos ser buenos discípulos y discípulas. Permite que nos conozcamos por amarnos los unos a los otros. Es nuestro anhelo poder imitar el amor y la justicia de Dios en nuestras relaciones con los demás. ¡Así nos ayude Dios! Amén.
Autor: Gina Marrero