25 de julio de 2016

Hechos 2.1-13

«Y los oímos hablar en nuestras propias lenguas de las maravillas de Dios» (Hechos 2.11c DHH).

Es común en PR vivir en casas muy pegadas unas de otras.  El tamaño del terruño casi lo impone.  Con poco esfuerzo, podemos escuchar cuando los vecinos alzan la voz o nos escuchan ellos, cuando la levantamos nosotros.  Mi papá nos decía: “bajen la voz, ya es de noche, no molestemos a los vecinos”.

Hechos 2 narra uno de los episodios más importantes de la primera iglesia.  El Espíritu Santo descendió sobre los 120 que esperaban unidos.  Hubo una evidencia de lenguas como de fuego sobre ellos.  Para los asistentes a la fiesta que se celebraba en la ciudad, la evidencia de algo sobrenatural fue escuchar a galileos rústicos hablando en idiomas o dialectos que no conocían…  Dios siempre se revela para que los que ven y escuchan, entiendan y descubran la historia de Su amor por los humanos.

¿Qué oyen los que nos escuchan?…  Hace unos meses alguien colgó un video en el cual se escuchaba a los asistentes a un cine en Mayagüez cantando alabanzas al Señor en la oscuridad, mientras esperaban la reanudación de la película Dios no está muerto, parte 2.  Me pareció excelente, dado el momento que vivimos como país.  La mayoría de las reacciones escritas, al video, fueron elocuentes.  Hubo algunas, como siempre ocurre, negativas y con coraje.

El reto es que, solos o acompañados, el que nos escuche, oiga nuestras “lenguas de amor, perdón, entendimiento, gracia, misericordia y sabiduría”.  La cercanía al otro facilita el escuchar.

Oración

Señor, nos inspira la historia de Hechos.  Queremos que los que nos escuchan hoy, sean bendecidos con lo que oyen de nosotros.  Ayúdanos a lograrlo.  En el nombre de Jesús, amén.

Autor: Luis Montañez