23 de julio de 2016

Juan 21

«Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero» (Juan 17b DHH).

Era costumbre entre algunos compañeros de trabajo, preguntarle a otro: “¿a quién tú quieres más, a este compañero o a este otro?”  Pregunta embarazosa, porque uno de los sujetos estaba presente.  La contestación ponía en evidencia al interpelado.

Jesús le preguntó a Pedro cuánto le amaba y Pedro contestó que lo quería.  La tercera vez, Jesús usó el verbo querer (no amar) que Pedro había usado.  Aunque la contestación de Pedro implicaba un poco de menos intensidad, Jesús estuvo dispuesto a encargarle una tarea para la cual necesitaba desplegar mucho amor y mucha pasión.

No hay amor como el que manifestó Jesús en la cruz por nosotros… Nuestra reciprocidad a ese amor es limitada, porque tenemos limitaciones.  A pesar de esas limitaciones, Jesús nos extiende su llamado y nos coloca, con misión clara e importante, en Su reino.  Él toma aún lo poco que estamos dispuestos a dar y nos capacita con Su Espíritu Santo, para que culminemos la tarea para Su honor y bendición de Su iglesia.

¿A qué te llama el Señor?  ¿Te retienes porque conoces tus limitaciones?  Él sabe que las tienes.  Él no busca tu habilidad, sino tu disponibilidad.  Tu disponibilidad en Sus manos hace la diferencia y marca a otros positivamente y para la eternidad.  No hay más grande privilegio.

Dile: Sí Señor, Tú sabes todas las cosas… Aquí estoy.

Oración

Que bueno que nos llamas Señor.  Somos limitados, pero respondemos a Tu amor, que cubre nuestra limitación.  Nos abandonamos a Tu gracia maravillosa y damos un paso al frente.  Aceptamos el reto que nos lanzas para servir y extender Tu reino.  Ayúdanos a amarte con intensidad.  En Jesús, amén.

Autor: Luis Montañez