¡Habla de Cristo!
17 de abril de 2016
¡Habla de Cristo!
«Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti». Marcos 5.19 (VRV)
La opresión mental y el tormento de alma es devastador, en extremo, para quien la padece. Mayor aún, si de alguna forma el enemigo gana ventajas sobre la persona oprimida. Ese es el caso de un hombre cuya vida se volvió un infierno, transformándose en una persona violenta, pasando a ser el terror de su comunidad. Lo ataban con cadenas y aun así, no lo podían sujetar. Entre alaridos, chillidos y gritos, se desvanecía la esperanza de un hombre que había perdido todo. Su compañía eran los sepulcros y su abrigo, la frialdad de estos.
Este hombre, de la ciudad de Gadara, finalmente pudo poner fin a su desdicha. En un encuentro maravilloso su liberación se hizo realidad. Jesús lo libertó. ¡Cayeron las cadenas del alma y de la mente! La opresión maligna se fue. Su alma encontró la paz. Había encontrado en Jesús Su fuente de vida y poder. Entonces determinó seguirlo por dondequiera que Él fuese.
Jesús invitaba a las personas a seguirle. A Pedro le pidió que abandonara las redes y le siguiera, prometiéndole convertirlo en pescador de hombres. Sin embargo, con este hombre de Gadara no fue así. Jesús le indicó que regresar a su ciudad y a su familia. El Señor quería hacer una obra mayor y perfecta con él. Él testificaría y se convertiría en la semilla para que diez ciudades oyeran el mensaje de libertad en Cristo Jesús.
Sobre todas las cosas, el Señor devolvió a una familia un ser querido que había estado desarraigado de su núcleo. Con Cristo, siempre hay esperanza de restauración, reunificación y liberación. Él confía en que vayamos a otros y le digamos cuán grandes cosas ha hecho en nuestras vidas.
¿Lo estás haciendo?
Oración: Amado Dios. Agradecemos la libertad que hemos recibido en Ti. A la vez, intercedemos por aquellos que en este momento necesitan liberación por la opresión del maligno. Tráeles libertad e inúndales de Tu bendita paz. ¡Devuélveles el buen juicio y sánales la mente! En Tu bendito nombre oramos. Amén.