La casa de Jehová edificada

19 de julio de 2017

1 Reyes 6-7.22

 

Entonces dijo Jehová a Salomón: “En cuanto a esta casa que edificas, si caminas en mis preceptos, cumples mis decretos y guardas todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra, la que dije a David, tu padre: Habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel” (1 R 6.11-13/ RV 95).

En Jerusalén fue edificado el  templo a Jehová, se construyó sobre el Monte Moriah, lugar donde Abraham intentó ofrecer a Isaac en sacrificio (Gn 22.2), recordando así la promesa de Dios hecha al patriarca y su descendencia. La construcción del templo duró siete años.  La parte central del edificio consistía de tres partes principales: el pórtico o atrio, el lugar santo; y el lugar santísimo.  Al lado se construyó un edificio de tres pisos para habitaciones de los sacerdotes y almacén de materiales. La construcción fue hecha con esmero y la decoración del edificio central fue creada por artesanos expertos a la usanza de los templos antiguos,  pero mostrando la propia experiencia de fe del pueblo con Dios.  En el templo no había  ninguna  imagen de Jehová pues era prohibido por la Ley (Ex 20. 2-5).   En vez de una imagen, la seguridad de la presencia del Señor con el pueblo estaría dada por la fidelidad y la obediencia a los mandamientos. Mostrándose que la prioridad para Dios no es el edificio ni su lujo y fastuosidad, sino la fidelidad y la obediencia.  

En el Nuevo Testamento vemos a Jesús volcando las mesas del templo (Mt 21. 12-13 y Mc 11.15-17). Las prioridades habían sido sustituidas por las ceremonias huecas, la apariencia de santidad,  la distorsión de los mandamientos y el dinero mal habido.   Cuidemos de pensar que estamos bien porque vamos al templo, damos ofrendas y usamos los dones recibidos, pero al salir no vivimos el evangelio.  El Señor mira el corazón y sus intenciones y pedirá cuentas.

Oración

Señor, te pedimos perdón por nuestras inconsistencias.  Crea en nosotros un corazón limpio y renueva un corazón recto en nosotros (Sal 51.10).  Que el hacer tu voluntad y el vivir tus preceptos sea siempre en nuestra vida.  Por Jesús nuestro Salvador, Amén.