«La carrera»

9 de enero de 2017

Hebreos 12.1-13

 

«¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia. Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor». Hebreos 12.1-2a (TLA)

 

De acuerdo a un relato griego, a Filípides se le ordenó anunciar la victoria de los atenienses frente al poderoso ejército de los persas en la batalla que tuvo ocasión en la ciudad de Maratón en el 490 AC.  Era necesario que la noticia fuera comunicada a la mayor brevedad posible ya que, ante la poca probabilidad de prevalecer, las instrucciones a los que quedaron en la ciudad de Atenas consistían en matar a las mujeres, a los niños y luego quemar la ciudad. Filípides, en un acto heroico, recorrió la distancia de aproximadamente 40 kilómetros y llegando a las puertas de la ciudad de Atenas exclamó a viva voz «nenikhamen», que significa «hemos vencido» y «nike»,  que significa «victoria».  Acto seguido, se desplomó y murió.

Con lo anterior en mente, leo que el autor de Hebreos nos exhorta a realizar una carrera. Doy gloria a Dios porque, a diferencia de Filípides, nosotros no vamos solos. «¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos!». «Todas esas personas», hace referencia a los mencionados en el capítulo 11, y haciendo nuestra esa palabra, podemos afirmar que han de añadirse todos aquellos que, desde los inicios de la Iglesia, entre ellos y ellas apóstoles, mártires, apologistas, reformadores, misioneros, servidores, traductores, los visibles y los invisibles. Hombres y mujeres que nos precedieron en la carrera de la fe y que, en nuestra historia reciente, dieron forma y vida al culto en nuestra Patria. Ellos también son parte de esa «tan grande nube de testigos».

Nuestro ánimo para recorrer el camino no surge de la posibilidad de la tragedia, sino de la certeza que produce saber que «Jesús soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz». La carrera de Filípides tenía una distancia determinada de 40 kilómetros. El autor de Hebreos puntualiza sobre la duración de la carrera del cristiano: «pues la vida es una carrera» y añade lo que hace falta: «que exige resistencia». El apóstol Pablo, en Filipenses, nos dice: «prosigo a la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús». Y llegado los últimos días de su vida, compartió con determinación: «he peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe».

En el relato griego, Filípides corrió para anunciar la victoria del ejército y evitar la muerte y destrucción de su ciudad. En nuestra vida, Dios nos llama a despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia y poner toda nuestra atención en Jesús, para anunciar Su victoria en la cruz del Calvario sobre los poderes de la muerte. En Él, ¡somos más que vencedores! «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén».

 

Oración: Señor, en medio de la lucha, ponemos nuestra mirada en Ti, el autor y consumador de la fe». Nos llena de gozo saber que no estamos solos. Ante los desafíos, asumimos esa responsabilidad que pones en y sobre nosotros y que nos hace uno con nuestros hermanos y hermanas. En el nombre de Aquel que es Camino, Verdad y Vida. Jesucristo el Señor. ¡Amén!