¿Eres tú un cautivo triunfante?

22 de octubre de 2016

2 Corintios 2

 

“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.” (2da Corintios 2.14 RV1960)

El “Triunfo” era considerado como la cúspide de la gloria militar romana, el máximo galardón que se ofrecía a los generales que conquistaran nuevos territorios para el imperio.  Todo el pueblo celebraba la victoria del conquistador.  Se decoraban las calles para el desfile, que incluía los oficiales del Estado, bandas musicales, el botín ganado, los cautivos de la batalla, sacerdotes con incensarios y el homenajeado, en un carro tirado por cuatro corceles.  A lo largo de todo el recorrido la gente se aglomeraba para contemplar el desfile y arrojar flores al paso del cortejo.  Y el mismo se iba anunciando con el olor del incienso quemado.

Se cree que ésta era la escena que el apóstol Pablo tenía en su mente al escribir esta sección de la carta.  El apóstol se sentía un poco frustrado, dominado por su fragilidad y quizás hasta derrotado.  De momento, se produce un cambio.  Él olvida su insuficiencia y pone su atención en el Cristo triunfante.  Sabe qué si algo ha podido lograr, es porque camina con Cristo, quien ha ganado la victoria y le ha librado de la cautividad del pecado.  Pablo ve a Cristo caminando triunfante y se ubica tras sus pisadas.  Se imagina a sí mismo como botín de la guerra entre lo carnal y lo eterno, como un cautivo del pecado que ha sido liberado.  Él ha escogido voluntariamente ser esclavo de Jesucristo y por ello es un cautivo triunfante.

Es posible que estés experimentando alguna frustración o pena en tu vida.  Quizás tu realidad te consume y te sientes cansado.  Pero, al igual que Pablo, puedes fijar tus ojos en Cristo, el autor y consumador de la fe.  Si caminamos tras Cristo, participaremos de su gloria y podremos llamarnos “cautivos triunfantes”.  Lograremos ser fortalecidos en el Señor y en el poder de Su fuerza.

Oración

Señor Jesús, bendito sea Tu nombre para siempre.  En los momentos de dificultad, ayúdanos a fijar nuestra mirada en Ti, reconociendo que Tú eres el Rey victorioso y toda la gloria te pertenece.  Servirte es un privilegio.  Gracias por hacerme un cautivo triunfante.  En el nombre de Jesús.  Amén.

Autor: Rvda. Migdalis Acevedo