El mejor legado

12 de mayo de 2017

Números 29-30

«Y ofreceréis en holocausto a Jehová en olor grato». Números 29.8 (RV1960)

 

El pueblo de Israel nunca fue abandonado por Dios, pero era un pueblo “sin tierra”.  Ahora, después de tanto peregrinar, Israel estaba listo para la entrada y conquista de la tierra prometida, el cumplimiento de la promesa de Dios.

La generación que salió de Egipto había perecido y era menester afirmar en las mentes de las nuevas generaciones todo lo relacionado a la adoración a Dios.  Esta era una manera más de demostrar que eran un pueblo diferente y, que su posesión más valiosa no era la tierra que estaban a punto de poseer, sino su relación con Dios.

Había leyes muy específicas en cuanto a la adoración.  Estas señalaban cómo debía ser presentada cada ofrenda o sacrificio y hablaban acerca de la actitud correcta con la cual se debía adorar.  La adoración a Dios debía ser “a su tiempo” y con actitud de agradecimiento y consagración.

En la vida se acumulan riquezas, relaciones, experiencias, conocimiento… pero lo único que rinde fruto de gloria es lo espiritual.  Por ello debemos ofrendar, servir y adorar a Dios con reverencia y entrega y no sintiendo lo que ofrecemos como una pérdida.  Tampoco, como hacen muchos, como una “siembra” o inversión, pues lo que podamos ofrecer, en nada compara con lo recibido.

De todo lo que podamos legar a las nuevas generaciones, nada tendrá tanto valor como lo que podamos enseñarle acerca de las grandes obras de Dios en medio nuestro y el privilegio de servir a un Dios vivo.  Hoy debemos preguntarnos: ¿en el esfuerzo que hacemos en vías de “equiparles para la vida”, de todo lo que le enseñamos, les hemos equipado para ser verdaderos adoradores del Dios vivo?  Si no le hemos enseñado eso, no le hemos enseñado nada.
Oración

Dios eterno, nos presentamos ante Ti con gratitud y reverencia.  Te pedimos perdón, pues en nuestra ignorancia, es posible que hayamos fallado en nuestro esfuerzo por agradarte y honrarte.  Te pedimos que nos enseñes, que nos sostengas con Tu mano de poder.  Y que nos ayudes a sembrar en los corazones de las generaciones por venir la grandeza de Tu amor.  Te ofrendamos nuestra vida.  Recíbela.  Amén.