¿Cuándo negociar?

22 de agosto de 2016

Hechos 21

«Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley» (Hechos 21.24).

Fue interesante.  Dialogaba la familia acerca de a cuál restaurante irían.  Uno de los niños expresó que quería ir a uno en donde finalmente la cuenta a pagar sería muy alta.  Los padres le dijeron que irían a otro donde resultaba más económico.  Fue entonces cuando intervino el menor de cinco años y dijo: «¡Muy bien, negociemos!  Vamos a “tal restaurante” (el costoso) y nadie se preocupe, porque yo pago la cuenta».  Este niño ya tiene la noción de que cuando hay variedad de posiciones en cuanto a algún asunto, entrar en procesos de negociación puede ser una salida que complazca a todas las partes.

Este es un buen método a seguir.  El punto está en conocer si lo que estamos tratando tiene elementos de negociación o no los tiene.  El cristiano siempre está ante esa disyuntiva.  Pablo también lo estuvo de manera especial cuando intentaba llevar el Evangelio en Jerusalén.  Allí había recibido descrédito por medio de los judíos y su mensaje estaba encontrando grandes obstáculos.  Fue entonces cuando se le propuso que se uniera a cuatro hombres que debían cumplir voto judío.  Esto consistía en raparse la cabeza y lavarse con los ritos de purificación.  Aceptar y participar de esto, no le restaría a su mensaje, por el contrario, los ánimos se aplacarían un poco y él podía continuar su campaña de predicación.  El negoció algo que no tenía tanta relevancia, por un bien mayor.

A pesar de que Pablo era un hombre de convicciones firmes, estaba dispuesto a ceder en asuntos no esenciales, si con esto traía paz a la Iglesia.  Es bien sabido que muchas de las divisiones y las heridas infringidas a la iglesia han provenido de personas intransigentes, personas tan interesadas en sus puntos de vista, que no logran apreciar el alcance de su terquedad.

Saber cuándo negociar y cuando ceder, es propio de gente que ama la Iglesia.

Oración

Padre Eterno.  A veces no sabemos cuándo ceder y cuándo no hacerlo en algún asunto.  Queremos tus maneras de tratar los asuntos.  Que con nuestras actitudes contribuyamos al mayor fortalecimiento de la obra, aunque tengamos que ceder en asuntos que finalmente no tienen tanta relevancia.  En Jesús oramos.  Amén.

Autor: Rvda. Patria Rivera