Altar Familiar Ante el Paso del Huracán

Durante el paso del huracán Irma debemos estar ubicados en un lugar seguro y refugiarnos en el amor y la fortaleza que nos da Dios para enfrentar las situaciones difíciles en la vida. Mientras estamos en nuestros hogares, podemos tener la oportunidad para sentarnos con nuestra familia y tener unos momentos de oración y alabar el nombre del Señor.

Siéntense como familia y dense la oportunidad de dialogar y expresar lo que sienten ante el paso del huracán. Tome el tiempo de contestar las preguntas e inquietudes de los niños y anímense unos a otros a permanecer confiados en el Señor durante todo tiempo.

Compartimos este altar familiar con el propósito de que todos los miembros de la familia puedan participar y que juntos alaben e invoquen el nombre del Señor.

Comencemos leyendo la Palabra del Señor en el Salmo 46:

1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; 3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. 4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo. 5 Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana. 6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos; Dio él su voz, se derritió la tierra. 7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. 8 Venid, ved las obras de Jehová, Que ha puesto asolamientos en la tierra. 9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego. 10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. 11 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob.

Entonemos en familia el cántico: “Dios es nuestro amparo”

Dios es nuestro amparo, nuestra fortaleza,

Nuestro pronto auxilio en la tribulación;

Aunque se traspasen los montes a la mar,

//Aunque la tierra tiemble tenemos que cantar//.

//El cielo y la tierra pasarán, mas Tu Palabra no pasará//.

//No, no, no pasará//.

Hagamos una oración de gratitud a Dios por Su misericordia y amor. Alabemos el nombre del Señor y demos gracias porque en medio de la tormenta nos regala Su paz.

Algún miembro de la familia puede leer la Lectura Bíblica en Hechos 27.13-26 (TLA): 13De pronto, comenzó a soplar un viento suave, que venía del sur. Por eso el capitán y los demás pensaron que podían seguir el viaje, y salimos navegando junto a la costa de la isla de Creta. 14Al poco tiempo, un huracán vino desde el noreste, y el fuerte viento comenzó a pegar contra el barco. 15No podíamos navegar contra el viento, así que tuvimos que dejarnos llevar por él. 16Pasamos frente a la costa sur de una isla pequeña, llamada Cauda, la cual nos protegió del viento. Allí pudimos subir el bote salvavidas, aunque con mucha dificultad. 17Después los marineros usaron cuerdas, y con ellas trataron de sujetar el casco del barco, para que no se rompiera. Todos tenían miedo de que el barco quedara atrapado en los depósitos de arena llamados Sirte. Bajaron las velas y dejaron que el viento nos llevara a donde quisiera. 18Al día siguiente la tempestad empeoró, por lo que todos comenzaron a echar al mar la carga del barco. 19Tres días después, también echaron al mar todas las cuerdas que usaban para manejar el barco. 20Durante muchos días no vimos ni el sol ni las estrellas. La tempestad era tan fuerte que habíamos perdido la esperanza de salvarnos. 21Como habíamos pasado mucho tiempo sin comer, Pablo se levantó y les dijo a todos: «Señores, habría sido mejor que me hubieran hecho caso, y que no hubiéramos salido de la isla de Creta. Así no le habría pasado nada al barco, ni a nosotros. 22Pero no se pongan tristes, porque ninguno de ustedes va a morir. Sólo se perderá el barco. 23 Anoche se me apareció un ángel, enviado por el Dios a quien sirvo y pertenezco. 24El ángel me dijo: “Pablo, no tengas miedo, porque tienes que presentarte ante el emperador de Roma. Gracias a ti, Dios no dejará que muera ninguno de los que están en el barco.” 25-26 Así que, aunque el barco se quedará atascado en una isla, alégrense, pues yo confío en Dios y estoy seguro de que todo pasará como el ángel me dijo.»

Propicie unos momentos de diálogo entre todos los miembros de la familia. Luego de leer la Palabra del Señor, tengan un espacio para que todos expresen lo que el pasaje bíblico les quiere decir. ¿Cómo se sienten? ¿Qué mensaje tiene esa Palabra para nosotros? ¿Qué nos quiere decir el Señor a través de ella? ¿Cómo podemos aplicar esa Palabra en un momento como este? De oportunidad para que todos los miembros de la familia se expresen y compartan lo que está en su corazón.

Meditemos en la siguiente reflexión: Las tormentas y huracanes son fenómenos atmosféricos fuera de todo control humano. Por más que quisiéramos determinar la ruta de un huracán, nuestra limitación humana no nos lo permite. Reconocemos que solo el Dios Creador de los cielos y la Tierra puede calmar los vientos y la tempestad.

La Palabra del Señor nos presenta varios relatos de tormentas en el mar. En aquellos tiempos no existían muchos adelantos tecnológicos como GPS, teléfonos, satélites ni aviones “cazahuracanes”. Hechos 27 nos narra lo que pasó en medio de una tormenta. Con esos detalles descriptivos del texto podemos imaginarnos cómo se sentían aquellos que andaban en la barca. Atemorizados y sin saber qué les esperaba, poco a poco fueron adentrándose en la tormenta. No tenían el informe más reciente del tiempo ni las coordenadas de la tormenta. Solo sabían lo que sus ojos veían en ese instante. Al inicio pensaron que podían enfrentar la tormenta sin mucha dificultad. Poco a poco el temor en ellos fue aumentando al ver la posibilidad de que el barco en donde andaban sufriera daños y sus vidas estuvieran en peligro. Eventualmente se dieron cuenta que la tempestad era más fuerte que ellos y que para salvar sus vidas y seguir adelante, necesitaban despojarse de la carga adicional que llevaban en el barco.

El texto bíblico nos dice que aun luego de la tormenta, no podían ver el sol ni las estrellas. La tormenta había sido tan fuerte que habían perdido toda esperanza de salvación. Pero como Dios es tan bueno, envió un ángel para dejarles saber que Él estaba con ellos y preservaría sus vidas. ¡Qué hermoso cuando Dios se revela y calma nuestra ansiedad!

Cuando anuncian huracanes o tormentas para Puerto Rico, muchos no se preparan pensando que nada va a suceder. Otros se pelean frente a las góndolas en los supermercados por la última lata de salchichas o la última caja de agua disponible. Hay personas que se aferran a sus pertenencias y descuidan la protección y el valor de la vida humana.

Un día como hoy, en donde nuestro país experimenta altos niveles de ansiedad, preocupación y temor, tenemos que estar preparados. Tenemos que ser sabios y seguir las recomendaciones pertinentes para procurar la seguridad y bienestar de nuestras vidas y familia. Y más importante, tenemos que aferrarnos a Dios y confiar en que Él cuida de nosotros, aunque los vientos y la lluvia atemoricen nuestro corazón. Confiar en Dios a pesar de lo que anuncien los pronósticos del tiempo.

Aún después del huracán o la tormenta, aunque el panorama sea incierto, nuestra mirada tiene que permanecer fija en el Dios que se nos revela, que nos dice “no temas”. Dios, a través de Su Palabra nos deja saber que Él está con nosotros antes, durante y después de la tormenta. Seamos portadores de Su paz y compartamos con nuestros vecinos y nuestro prójimo el mensaje de paz y salvación que solo encontramos en Aquel que es más poderoso que cualquier huracán, y el único capaz de traer paz al corazón, aun en medio de la tormenta.

Entonemos juntos el cántico de confianza: Paz en la tormenta

//Puedes tener paz en la tormenta; fe y esperanza cuando no puedas seguir.

Aún con tu mundo hecho pedazos el Señor guiará tus pasos;

en paz en medio de la tormenta//.

Oremos juntos: Señor Dios y Padre Nuestro, nos acercamos a Ti reconociendo Tu poder y Tu misericordia. Te damos gracias porque Tu Palabra nos da testimonio de que Tú eres Dios grande y solo Tú calmas las tormentas atmosféricas, como las tormentas emocionales que podamos atravesar como seres humanos. Te pedimos por nuestro Puerto Rico y por todas las islas hermanas en el Caribe. Te imploramos que, por favor, preserves toda vida humana y que Tu paz inunde nuestros corazones. Ayúdanos a mirarte a Ti y a confiar en Ti. Te necesitamos. En el nombre de Tu Hijo amado, Jesucristo, oramos. Amén.

Entonemos el cántico de afirmación: Dios, de mi sustento. Cantemos con fe, poniendo toda nuestra esperanza en el Dios que cuida de nosotros.

Dios, Tú eres mi sustento, que a mi vida da aliento. Tu Espíritu se deja sentir como el viento. La fuerza que me lleva a luchar contra el tiempo; mi provisión del cielo, el Dios que me desata y que refresca mi alma; al pronunciar Tu Nombre, la tempestad se calma. ////Dios////