Altar Familiar #2

Que no caiga la fe por

Rvdo. Gamaliel Ortiz Guardiola- Pastor ICDC Central

  • Entonen en familia los cánticos “Que no caiga la fe” y “Alabad a Jehová”.

Que no caiga la fe

       -Coro-

//Que no caiga la fe, que no caiga la esperanza//

Que no caiga la fe, mi hermano,

Que no caiga la fe, mi hermana.

Que no caiga la fe, que no caiga la esperanza.

-1-

Si se cae la esperanza de tu pecho,

si se acaba el deseo de luchar,

//no te olvides del rostro de tu pueblo,

y confía que el Señor te sostendrá.// 

-2-

Aunque el tiempo se presente muy difícil

y se aumente entre nosotros la aflicción,

//que no caiga la esperanza hermano/a mío/a

ni se apague la luz del reino de Dios.// 

Alabad a Jehová

Alabad a Jehová

naciones todas, pueblos todos, alabadle.

Porque ha engrandecido

sobre nosotros su misericordia.

//La bondad de Jehová

es para siempre ¡Aleluya! ¡Amén!//

  • Lean la Palabra de Dios afirmando y celebrando con gratitud la bondad, la misericordia y el favor de nuestro Dios.

Salmo 36.7-9

“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!  

Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.

Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás

del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; 

en tu luz veremos la luz”.

Salmo 107.8-9

“¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en 

favor de los seres humanos!  ¡El apaga la sed del sediento y sacia con lo mejor

al hambriento!”.

Salmo 136.1, 23-26

“Alabad a Jehová porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. 

El es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros, porque para siempre es 

su misericordia; y nos rescató de nuestros enemigos, porque para siempre es su 

misericordia. El que da alimento a todo ser viviente, porque para siempre es su 

misericordia. Alabad al Dios de los cielos, porque para siempre es su misericordia”.

  • Hagan una oración de gratitud a Dios por el regalo de la vida, por el acompañamiento fiel y las fuerzas que provienen de Él.
  • Entonen el cántico “El Espíritu de Dios está en este lugar” (en caso de no conocerlo, puede utilizar el cántico “Si el Espíritu está aquí”).

El Espíritu de Dios está en este lugar.

El Espíritu de Dios de mueve en este lugar.

Está aquí para consolar, está aquí para liberar.

Está aquí para guiar, el Espíritu de Dios está aquí.

//Muévete en mí, muévete en mí.

Toma mi mente y mi corazón, llena mi vida de tu amor.

Muévete en mí, oh Dios Espíritu, muévete en mí.//

“Si el Espíritu está aquí”

Si el Espíritu está aquí, hay paz.

Si el Espíritu está aquí, hay amor.

Si el Espíritu se mueve, todo puede resolverse.

Si el Espíritu esta aquí, está el Señor.

  • Lean la Palabra de Dios afirmando nuestra fe y el llamado a ejercerla en medio de esta situación difícil.

Isaías 26.3

“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera”.

Jeremías 29.11

“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes – afirma el Señor -, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”.

Evangelio Juan 14.27

“La paz les dejo, mi paz les doy; yo no se la doy como el mundo la da. No se turbe el corazón

de ustedes ni tenga miedo”. 

Filipenses 4.6-7

“Por nada estén afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.

  • Hagan una oración de afirmación por lo que representa la palabra de Dios en nuestra vida. Tengan unos momentos de intercesión para que todas las personas experimenten esa realidad en su vida.
  • Entonen el cántico “Fortaleza mía”.

//Fortaleza mía, a ti cantaré.

Porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios 

de misericordia.//

Yo cantaré de tu poder, te alabaré de mañana.

Tu misericordia, tu misericordia.

Porque has sido mi amparo, mi refugio 

en el día de angustia,

Yo cantaré, Señor, de tu poder.

  • Meditemos.

Podemos hablar y compartir lo que significa la fe en tiempos de ruptura, riesgo y soledad. Este tiempo de distanciamiento físico ha supuesto una ruptura, una interrupción, en muchos casos muy marcada, con lo que es nuestra cotidianidad habitual. Nuestra rutina de trabajo, de los movimientos diarios se ha visto dislocada y detenida abruptamente. Nos hemos tenido que abstener de lugares y actividades que forman parte constante de nuestro calendario de vida, algunos de los cuales son elementos que le dan dirección y sentido de pertenencia a nuestro ser. Incluso, no podemos ver con la frecuencia acostumbrada a algunas de las personas que más amamos. ¿Qué nuevos significados, espacios de crecimiento y aprendizaje podemos considerar en medio de esta situación que repentinamente nos ha llegado? No esperemos respuestas mágicas ni recetas instantáneas para salir del paso ligeramente.

Añádase el riesgo… el más evidente es el que tiene que ver con el contagio persé de este Coronavirus. Mientras vemos los días transcurrir, también miramos con dolor y temor las estadísticas de los contagios yendo en alzada. Pensamos en nuestras familias, nuestros/as hijos/as, nuestros/as amados/as viejos/as, nuestras congragaciones, nuestro país y nuestro mundo, que parece convertirse ante nuestros ojos en una aldea muy pequeña. 

  • Motivos de oración:

En medio de esa incertidumbre y ansiedad, es imprescindible que desarrollemos una sensibilidad necesaria para esta hora. Para todo el mundo, la crisis no significa lo mismo. No tiene las mismas implicaciones ni el mismo peso para todo el mundo. Traigamos al corazón los siguientes grupos de personas:

  1. Los que se tienen que reportar a sus centros de trabajo en ambientes de alta tensión y alto riesgo.
  2. Los que sienten cerca el precipicio de perder sus empleos o quienes ya lo han perdido por el cierre de sus centros de trabajo.
  3. Los que han perdido parte sustancial de su sustento por el cierre de sus centros de trabajo o por la reducción de horas asignadas.
  4. En los dos anteriores, quienes sienten el riesgo, el temor, la angustia de no poder cumplir con sus “obligaciones financieras” básicas (casa, comida, salud, transportación).

Para estos/as hermanos/as, les recordamos que la fe siempre es un don que nos permite enfrentar la adversidad con temple, cordura, equilibrio, fortaleza interior y esperanza. ¡Dios nunca nos ha dejado a la deriva! Hagamos nuestros esos textos bíblicos que hemos compartido en este altar familiar. Quienes les rodeamos, hacemos el sagrado compromiso del acompañamiento, la empatía y la solidaridad en todas las formas que correspondan. “El perfecto amor de Dios echa fuera el temor”. El amor de todos juntos también ayuda a vencer el temor. La iglesia del Señor también está ahí. Todo esto sin olvidar que en nuestras comunidades de fe y en nuestros entornos hay mucha gente que vive sola y se siente en soledad. Para muchos/as, en instancias como esta, esa vivencia de soledad se acentúa y agudiza. Aunque no podamos estar físicamente cerca, es tiempo de utilizar cualquier recurso a nuestra disposición para hacer del acompañamiento, aunque sea telefónico por el momento, un proyecto de amor y “presencia” cálida.

Para todos/as, nuestro Dios es el Emanuel, Dios con nosotros, presencia fiel, constante, incondicional, amorosa, dadora de vida. En tiempos de ruptura, riesgo y soledad, la fe nos recuerda que Dios es palabra creadora y acción eficaz que remueve la piedra para que podamos participar de la vida que nos brinda como dádiva de su gracia. Así podremos decir con el himnólogo:

“Si hay valor y fe, si hay valor y fe, en la más oscura noche siempre hay luz. 

Si hay valor y fe, si hay valor y fe, gozo y paz traerá la lucha, si hay valor y fe”.

  • Pida a un miembro de la familia que lea en voz alta Números 6.24-26, pidiendo la bendición de Dios sobre todos nosotros y nosotras.

“Jehová te (nos) bendiga y te (nos) guarde;

Jehová haga resplandecer su rostro sobre

ti(nosotros), y tenga de ti (nosotros) misericordia;

Jehová alce sobre ti (nosostros) su rostro y ponga en

ti (nosotros) paz”.

  • Entonemos el himno “La mano de Dios”.

La mano de Dios en nuestro mundo está,

actuando con gracia y con poder;

la iglesia puede ver el gran acontecer

de la poderosa mano de Dios.

La mano de Dios en nuestro mundo está,

creando una nueva sociedad,

con paz, con hermandad, justicia y libertad,

por la poderosa mano de Dios.

La mano de Dios en nuestro mundo está,

forjando una nueva humanidad.

Tenemos que luchar y juntos trabajar,

con la poderosa mano de Dios.

La mano de Dios en nuestro mundo está,

obrando con juicio y con amor.

La iglesia, sin temor, se une con valora estas obras de la mano de Dios.