Un refugio para el afligido

24 de mayo de 2017

Deuteronomio 18–19

«Dividirás en tres partes la tierra que el Señor tu Dios te da por herencia, y construirás caminos para que cualquiera que haya cometido un homicidio pueda ir a refugiarse en ellas. En cuanto al homicida que llegue allí a refugiarse, solo se salvará el que haya matado a su prójimo sin premeditación ni rencor alguno».  Deuteronomio 19.3-4

El concepto de las ciudades refugio era esencial en la administración de justicia en Israel.  Esta idea se remonta a los tiempos antiguos, cuando Moisés las anunció para servir de asilo a una persona envuelta en un caso de homicidio involuntario.  En Israel el caso de homicidio requería la venganza por el vengador de la sangre, se vindicaba la muerte de la persona matando al asesino.  Sin embargo, para dar oportunidad al homicida involuntario de probar su inocencia, este se mantendría en la ciudad refugio hasta que los ancianos de la ciudad pudieran determinar si el homicidio había sido por un accidente.  El propósito de la ley era prevenir el derramamiento de sangre inocente.  En la actualidad hay leyes que protegen a las personas y garantizan un debido proceso para que se haga justicia, no importando el delito cometido.

El libro de Proverbios nos enseña que, de todas las cosas guardadas, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.  Dios ve el corazón de cada uno de nosotros y conoce lo que hay en él.  En ocasiones acarreamos grandes sentimientos de culpa y necesitamos un refugio para nuestro corazón afligido.  Un lugar donde podamos refugiarnos de los trastornos de la niñez causados por los abusos, de las enfermedades físicas o mentales, de la perdida de un ser querido o simplemente por errores cometidos.  En todos estos casos la iglesia tiene una labor que hacer, es el proclamar el perdón de Dios y que en Él hay refugio.  El perdón de Dios es necesario para que podamos perdonar a otros y perdonarnos a nosotros mismos.  Cristo nos dice hoy: «Venid a mí, todos los cansados y cargados y yo los haré descansar».  Solo en Cristo podemos encontrar alivio a nuestro dolor.  Él es nuestro refugio para nuestras preocupaciones, dolores y culpa.  Acerquémonos a Dios en confianza, Él nos restaura.
Oración

Amado Dios, Te alabamos por Tus grandezas.  Te damos gracias por Tu protección y cuidados.  Sabemos que siempre estas atento y solo tienes pensamientos de paz para nosotros.  Te pedimos que siempre seas nuestro refugio en tiempo de aflicción, necesitamos de Tu perdón y cuidados todos los días.  Confiamos en Ti y Te amamos.  Te pedimos estas cosas en el nombre de Jesús.  Amén.