Un manantial de agua viva

3 de julio de 2016 

San Juan 7.25-52

“Si alguien tiene sed, venga a mi y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.” (Jn 7.32)

Llegado el tiempo oportuno, el tiempo del Señor, estando en Jerusalén en el último día de la Fiesta de los Tabernáculos, puesto en pie ante el templo, Jesús alzó su voz diciendo: “Si alguien tiene sed, venga a mi y beba.” En esa invitación del Maestro al pueblo, evocaba al Profeta Isaías, quien, ocho siglos antes, había dicho también: “¡Venid, todos los sedientos, venid a las aguas! Aunque no tengáis dinero; venid, comprad y comed!” (Is 55.1)

Cristo se ofrece a Sí mismo como el agua de vida y como el pan de vida, gratuitamente. Para los oficios y sacrificios del templo, se requería dinero contante y sonante; en cambio, Cristo, por pura gracia, se ofrecía para saciar el hambre y la sed de espíritu. El que acepta a Cristo y cree en él como el Hijo de Dios, se constituye a sí mismo en un manantial de agua viva, sana, refrescante, prometedora de bendición. Así se describe el proceso de redención: tu fe y entrega a Cristo será una bendición para ti, para tu familia, para tus vecinos y para el mundo.

Oración

Señor, reconocemos que este mundo necesita ser renovado, reoxigenado, porque está sumido en el lodazal de las aguas estancadas, que respiran muerte y corrupción. Úsanos como creyentes para divulgar el agua viva de tu palabra, para sanear a nuestro mundo enfermo de muerte. Por Jesucristo, agua y pan de vida. Amén.

Autor: Luis F. del Pilar