¿Podrían ponerse de pie los justificados?

5 de septiembre de 2016

Romanos 3.9-31

 

«Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.»  (Romanos 3.24-25 RVR)

 

Palabras crueles dichas por enojo.  Una traición de la confianza.  Promesas rotas.  Una relación destructiva que usted sabía que no debería haber comenzado.  ¿Ha estado usted en escenarios como estos?  Muchas personas cuando cometen faltas, viven bajo la sombra de la culpabilidad y la condenación.  Los errores del pasado las persiguen.  Entonces, la vida se convierte en un viaje arduo y amargo, por la culpa.

 

La buena noticia es que podemos ser libres de la autocondenación.  A través de la redención, Cristo libra a los pecadores de la esclavitud del pecado.  ¡Hemos sido justificados por la fe y hechos justos mediante la sangre de Cristo!  Esto significa que hemos sido declarados no culpables.  Cuando en la corte el juez declara inocente al acusado, se eliminan todos los cargos del acta.  Legalmente, es como si la persona jamás hubiera sido acusada.  Cuando Dios perdona nuestros pecados, limpia nuestros antecedentes penales.  Desde Su perspectiva, es como si nunca hubiéramos pecado.  Si usted está paralizado por un pesado sentimiento de condenación, quiero que sepa que Dios le ama y le ha perdonado mediante la cruz.  Su pasado no tiene que anular su futuro.  Dios tiene planes maravillosos para su vida.  Sin importar cuantos días oscuros haya experimentado, sus días más brillantes y gloriosos siguen estando por delante.

 

¿Podrían ponerse de pie los justificados?  Levantémonos y disfrutemos por fe de Su gracia.

 

Oración

Señor, gracias por Cristo, quien ocupó nuestro lugar.  A través de Su sacrificio en la cruz hemos recibido remisión, justificación y libertad.  Gracias por derramar Tu gracia en nuestras vidas.  Te suplicamos que sanes nuestras conciencias.  Te amamos, deseamos que Tu gloriosa presencia nos ayude a vivir para Ti.  ¡Amén!

Autor: Gina Marrero