¡Nunca inadvertido!

22 de abril de 2016

Marcos 7.24-8.10 

¡Nunca inadvertido!

«Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro.  Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido.»  Marcos 7.24 (NVI)

La llegada de Jesús a la ciudad de Tiro es muy significativa.  Era una ciudad costera y su nombre significa La Roca.  Se le llamaba así porque fuera de la orilla yacían dos grandes rocas y esto formaba un gigantesco rompeolas natural.  Tiro era uno de los grandes puertos naturales del mundo en tiempos antiguos.  Las rocas formaban también una defensa.  Así que esta ciudad era famosa por su gran fortaleza y su puerto.  También, sabemos que de Tiro salieron los primeros marinos que se guiaron por las estrellas.  Además, éste era territorio gentil.

Es probable que Jesús haya llegado a ese territorio para alejarse temporalmente de todas las acechanzas a las que estaba siendo sometido en su tierra.  Los escribas y fariseos lo habían señalado como pecador.  Herodes lo había considerado una amenaza.  Mas, el tiempo llegaría, cuando enfrentaría a sus enemigos, pero esa hora aún no había llegado.  Es por eso que procuraba que nadie notara su presencia.

¡Cómo pasar inadvertido!  ¿Acaso su mirada era igual a la de los demás?  ¿Su tono de voz, su expresión, la forma de expresar ideas?  En la casa a la cual entró hubo personas que advirtieron la presencia de alguien grande en medio de ellos.

De igual forma nos ocurre cuando escuchamos Sus palabras en labios de algún predicador o le adoramos y sentimos su presencia.  ¡No hay forma de que pase desapercibido!  Lo que era la ciudad de Tiro para sus habitantes lo es Cristo para nosotros: Fortaleza, Defensa, Roca, Puerto y Estrella que nos guía.

Oración: Dios siempre presente, cuánto nos deleita Tu presencia!  Tu paso físico por la tierra dejó un claro mensaje en todo lo que hiciste.  La más pequeña de Tus acciones se convierte en una enorme bendición  para nuestras vidas.  Lo agradecemos.  En Cristo.  Amén.