Nuestro auxilio

12 de septiembre de 2016

Romanos 8.18-39

«Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda.  Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.  Y Dios, que conoce todos nuestros pensamientos, sabe lo que el Espíritu Santo quiere decir.  Porque el Espíritu ruega a Dios por su pueblo especial, y sus ruegos van de acuerdo con lo que Dios quiere» (Romanos 8.26-27 TLA).

El salmista dijo: «Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;

Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado».  Es necesario comprender nuestro rol en nuestras relaciones.  Invadir los espacios de otros o desatender nuestras responsabilidades en los nuestros, tendrá como resultado una relación disfuncional.

Pablo nos ofrece una lección magistral sobre la participación del ser humano en la oración.  Primero dice: «y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda» y añade «porque no sabemos cómo debemos orar a Dios».  Después de lo expresado por el apóstol Pablo, siento la paz de la oveja que está al cuidado de su pastor.  Quien nos hizo conoce nuestras debilidades y pensamientos, pero, sobre todo, conoce nuestra necesidad.

Jesús les dijo a sus discípulos: «cuando ustedes oren, no usen muchas palabras, como hacen los que no conocen verdaderamente a Dios.  Ellos creen que, porque hablan mucho, Dios les va a hacer más caso.  No los imiten, porque Dios, nuestro Padre, sabe lo que ustedes necesitan, aun antes de que se lo pidan.  Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo…».  Cuando en nuestras oraciones le delegamos a Dios nuestras responsabilidades, hemos perdido la noción de las funciones en nuestra relación con Él, Quien hizo los cielos y la tierra.

En principio, la oración es un acto de rendición a la voluntad divina.  Es una alabanza de reconocimiento a la grandeza de nuestro Dios.  Es el milagro que ofrece el Creador para comunicarse directamente con su creación.  Es la oportunidad del grito que busca socorro.  Es una manera para expresar nuestra gratitud.  Es camino para mostrar nuestro amor al prójimo.  Es evidencia contundente de fe y relación.

 

Oración

Espíritu Santo de Dios, eres mi auxilio.  Ayúdame en mi debilidad y escudriña mi ser para que no sea como yo quiero, sino como Tú quieres.  Perdona, Padre, cuando me excedo y delego en Ti aquello que me has encomendado: la visita al enfermo, la mano al caído, una palabra, una sonrisa, un fuerte abrazo.  En el nombre de Aquél, que es camino, verdad y vida, Jesús, el Cristo.  Amén.

Autor: David Cortés