Hay Promesas y hay promesas…

16 de junio de 2017

Jueces 11-12

«Y Jefté le hizo esta promesa al Señor: «Si me das la victoria sobre los amonitas, yo te ofreceré en holocausto a quien primero salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese de la batalla».  Jueces 11.30-31 (DHH)

 

El pueblo ya en la tierra prometida asentándose.  Políticamente vemos una Confederación de tribus, pero “cada cual hacía lo que bien le parecía” (Jueces 17.6).  El libro de jueces recalca la Promesa de Dios de acompañar a Su pueblo, Él es veraz y misericordioso.  El libro muestra el siguiente ciclo: la apostasía del pueblo; el castigo para que reflexionaran y volvieran a Dios; y la acción redentora de Dios a través de un caudillo.  Los jueces fueron líderes o héroes imperfectos que juzgaban y gobernaban en cierto momento de la historia del pueblo, podía ser a una tribu o varias.  Su cargo no era hereditario y eran elegidos, ya sea por iniciativa de Jehová (como Débora, Barac, Samsón y Gedeón); por iniciativa de un grupo (como Jefté); o por iniciativa propia (Otoniel y Ehud).  Éstos eran instrumentos de misericordia de parte de Dios para el pueblo.

Jefté fue uno de ellos y fue elegido por los hombres de Galaad para pelear contra los que por 18 años le oprimían, los amonitas.  El texto nos dice que “el espíritu de Jehová” descendía sobre Jefté en ciertos momentos (Jueces 11.29).  Aunque valeroso, fue impulsivo antes de pelear con los amonitas al hacer una promesa para controlar y manipular a Dios y “asegurarse” del resultado de la batalla.  Promete innecesariamente el sacrificio humano de quien primero le recibiese en su casa si vencía la batalla.  El resto es historia, fue su única hija la que pagó el precio de su vida por la arrogancia e imprudencia de Jefté.

A Dios no le agradan ni acepta los sacrificios humanos, lo muestra Génesis 22 con la historia de Abraham e Isaac; pero Jefté no lo recordó y en su deseo ardiente de controlar las circunstancias se deja llevar haciendo una promesa indebida que Dios no le pidió.  Cuando Dios actúa en medio de Su pueblo y utiliza personas para lograr Su voluntad debemos cuidar de mantenernos humildes y evitar las imprudencias, a Dios no se le puede manipular para lograr lo que nosotros queremos.  Dios hace Promesas de bien y de vida para Su pueblo, cuidemos que las promesas nuestras sean así también.

Oración

Padre celestial.  Gracias por Tus Promesas que promueven la vida y la justicia para nosotros.  Cuídanos para no ser imprudentes y querer manipular Tu voluntad haciéndote promesas impropias.  Gracias por Tu amor y la vida que nos das.  Amén.