Es tiempo de Amar, Amar y Amar

20 de septiembre de 2016

Romanos 13

“Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley” (Romanos 13.12 NVI).

 

El apóstol continúa reflexionando acerca de cuál sería la respuesta adecuada del creyente ante la inmerecida gracia de Dios. Son varios los temas, pero se destacan la conducta y la santidad del creyente. De alguna manera ya Pablo ha establecido que el creyente, si bien vive en el mundo, no pertenece a él, pues es un ciudadano celestial. Ahora bien, ese ciudadano celestial debe estar vestido con la luz de Cristo e influenciar de alguna manera con su vida al mundo en el que vive. En otras palabras, el creyente tiene una responsabilidad, un peso, sobre sus hombros. Este no debe vivir apartado de la realidad cotidiana, sino incidir en ella. Tiene el deber y el compromiso de vivir con diligencia y disciplina en todas las áreas de su vida ya que esta es la forma de ser luz al mundo.

Pablo también afirma que parte de la respuesta del creyente al amor y a la gracia de Dios se manifiesta a través del amor al prójimo, ya que en el amor se cumple toda la ley. Si se ama no se transgrede, no se ofende, no se levanta calumnia ni falso testimonio. Si se ama no se tiene envidia, no se desea el mal.  Si se ama no se engaña, no se explota, no se lastima y no se despoja.  El nivel de compromiso que debe tener el creyente con el amor al prójimo es tan alto que Jesús lo presentó a sus discípulos como un mandamiento nuevo (Juan 13.34). Es claro que lo que Jesús estaba presentando no era nuevo; el amor al prójimo que la ley exigía, ahora tendría que ser semejante a Su amor por nosotros.

¿Cómo es que Él nos amó? ¿Cuál es la medida de ese amor? Jesús nos amó tanto que entregó su vida voluntariamente. Cómo Él nos amó, pide que amemos al vecino, al hermano, al desconocido, al familiar, al extranjero, al solitario, al que nos ha ofendido, al que piensa distinto a nosotros… En fin, a todos y a todas. Debemos amar sin mirar a quien. Que así nos ayude el Señor.

 

ORACIÓN

Señor, te damos gracias una vez más por la gran lección de amor que nos diste en la cruz del calvario. Te pedimos que nos ayudes a amarnos los unos a los otros como Tú nos has amado. Inspíranos cada día, para que podamos ver a los demás como Tú nos ves a nosotros; sentir por nuestro prójimo lo que Tú sientes por nosotros y comprender que, sin el auxilio de Tu Santo Espíritu, nada podemos hacer. En el nombre de Jesús.  Amén.

Autor: Rvda. Migdalis Acevedo