“¿Eres reflejo de Su luz?”

18 de noviembre de 2016

Efesios 5:1-20

“Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor.  Vivan como hijos de luz.” (Efesios 5:8 NVI)

 

Se cuenta, que hace cientos de años un hombre caminaba de noche por las calles de su cuidad llevando una lámpara de aceite encendida.  La ciudad quedaba muy oscura en las noches sin luna como aquella.  En su caminar, un amigo le reconoció y se dio cuenta de que era Guno, el ciego del pueblo.  Entonces, le preguntó: ¿Qué haces Guno?  ¿Tú que eres ciego, cargas con una lámpara encendida en la mano?  ¿Si tú no ves, para qué la necesitas?

El ciego le respondió; Yo no llevo la lámpara para ver mi camino.  Yo conozco las calles de memoria, a pesar de la oscuridad.  Llevo esta luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí.  Pues no solo es importante que la luz me sirva a mí, sino también que alumbre a otros.

El ciego de la historia había descubierto un nuevo propósito para su vida, ser luz.  Es lo que también nos ha pasado a cada uno de nosotros y lo que Pablo quiere afirmar en el lector.  Para ser luz, el creyente en Cristo es llamado a dejar su antiguo estilo de vida, viciado por cosas vanas que no llenan el alma ni edifican al ser.  Es llamado a dejar las tinieblas que antes lo regían.  Esto tiene como propósito la santificación del creyente, de manera que refleje en sí mismo la luz de Cristo y que esa luz que irradia guíe a los que están a su alrededor a la fuente de luz, que es Cristo.

Teniendo esto en cuenta, debemos erradicar de nuestras vidas todo aquello que tenga esencia o apariencia de tinieblas.  Según Pablo, esto es la inmundicia, avaricia, idolatría, palabras deshonestas, fornicación, insensatez y necedad.  Debemos buscar todo lo que nos identifique como hijos de luz; acción de gracias, entendimiento, diligencia, sabiduría, bondad, justicia, verdad y amor.  Es nuestra meta, nuestro llamado y la voluntad de Dios.

 

Oración

Amado Dios, te doy gracias porque cuando andaba en tinieblas tuviste misericordia de mí.  No miraste aquellas cosas que oscurecían mi vida, sino que me limpiaste, perdonaste y amaste.  Te ruego que me ayudes para que pueda caminar cada día testificando de tu amor y mostrando a otros con mi vida el camino hacia Ti, que eres la luz.  Amén.

Autor: Migdalis Acevedo