“En santidad y en amor””  

20 de enero de 2017

1 Pedro 1.14-25

 

“Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.  Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.” 1 Pedro 1.15b-22 RV 1960

 

La llegada de Cristo a nuestras vidas causó un cambio radical.  Hay un “antes” y un “después” de ese momento.  Vivíamos sin rumbo, sin referencia alguna de cuál era el propósito de nuestras vidas.  Para el apóstol, en una total ignorancia.  Mas el encuentro con el Salvador trajo consigo la presencia del Espíritu Santo, quien nos dirige hacia una nueva meta: que se reproduzca en todas las áreas de nuestra vida el carácter de Dios.  Así, que ahora tenemos otra aspiración: la santidad.

“Santo” quiere decir separado, dedicado.  Así que ser santo conlleva que toda nuestra vida es dedicada a Dios.  Ya no imitamos al mundo ni seguimos nuestros deseos y pasiones, ahora vivimos para Él.

Alguien podría preguntarse: ¿Por qué ser santo?  La Palabra enseña que debemos buscar la santidad en primer lugar, porque no hacerlo sería menospreciar el gran precio de nuestra salvación.  Además, Dios es santo y no puede cohabitar con aquello que no sea santo.  Si anhelamos tener una relación con Él, debemos buscar la santidad.

En el pasado solía limitarse la santidad, equivocadamente, a mostrar determinada expresión facial, vestir de tal o cual forma o, aislarse de los demás para no “contaminarse”.  Sin embargo, cuando escudriñamos la Palabra, nos damos cuenta de que la santidad es mucho más.  La santidad refleja la obra de Dios en el interior de nuestro corazón, conlleva el abandono de conductas que no corresponden a los valores del reino de los cielos, pero no el aislarnos de los demás o creernos superiores.  Por el contrario, la marca más convincente de nuestra cercanía a Dios siempre será nuestra cercanía a nuestro prójimo.  Así lo afirma el apóstol Pedro.  Somos santos, precisamente, para amarnos los unos a los otros, y amarnos como Dios nos amó.

En el día de hoy busquemos la santidad de todas las maneras posibles, pero en especial amando a aquellos que están a nuestro alrededor.  Estamos seguros de que en ello Dios nos ha de bendecir.

 

Oración: Señor eterno, gracias por ofrecer a Tu Hijo Jesucristo en sacrificio vivo, para nuestra salvación.  Anhelamos vivir cerca de Ti y Te pedimos que la presencia de Tu santo espíritu sea cada día mayor en nuestras vidas, pues solo así podremos vivir como Tú quieres que vivamos y amar como Tú quieres que nos amemos.  Amén.